Esta semana el mundo registró un gran avance científico con el trasplante exitoso de un corazón de cerdo en el cuerpo de un humano, David Bennett, de 57 años, quien sufría una condición coronaria que afectaba su vida. La cirugía, que duró ocho horas, se realizó en Baltimore, Estados Unidos, y marcó el inicio de una nueva era: la del reemplazo de órganos ya no por los de donantes humanos, sino los de animales.

El trasplante de corazón se produjo pocos meses después de que los cirujanos de Nueva York, liderados por Robert Montgomery, lograran conectar por 54 horas el riñón modificado genéticamente de un cerdo a una persona con muerte cerebral.

Para Joachim Brenner, experto de la Free University de Berlín, lo de Baltimore “es un salto tan grande como la llegada del hombre a la luna”. Los xenotrasplantes serán en pocos años un asunto rutinario cuando la demanda potencial por estos órganos aumente. Es la vía más expedita para evitar las listas de espera de órganos. Según la plataforma de datos Statista, solo en Estados Unidos el número de pacientes en espera para un riñón es de casi 100.000 y para corazón es de 3.500. Alrededor de una docena de personas en estas listas mueren cada día.

Para los expertos, el procedimiento no debería generar estigma, pues el corazón no era propiamente de cerdo, ya que tuvo que sufrir un proceso de humanización que involucró diez modificaciones genéticas, nueve de las cuales lo convirtieron en uno más adecuado para el cuerpo humano. Tres genes vinculados con el rechazo potencial fueron eliminados, y se insertaron seis genes humanos en el animal donante para ayudar a la aceptación del órgano. Además, se procuró que fuera del tamaño justo. “No quieres un corazón de un kilo en tu pecho, morirías”, dice Bruno Reichart, quien reemplazó a Christiaan Barnard (autor del primer trasplante de corazón de humano a humano en el mundo en 1967) en el hospital Groote Schuur de Cape Town. “Es necesario mitigar el crecimiento. Así que necesitas cerdos pequeños”, de entre 70 y 90 kilogramos, diferentes a los que se sacrifican para la alimentación.

“Si este experimento funciona, habrá un suministro inagotable de órganos”, dijo a los medios Muhammad Mohiuddin, director del programa de trasplantes de la Universidad de Maryland. Y no solo será un corazón, sino otros órganos como el hígado, el riñón y la piel, así como productos de la sangre o sustancias como la dopamina, que sirven para tratar el párkinson.

Los cerdos son los donantes elegidos más investigados. Hoy se hacen trasplantes de células de páncreas porcinas en pacientes con diabetes, pero la idea es que en el futuro estos puedan crecer en laboratorios. En el Crick Institute, en Londres, un grupo de científicos trabaja para producir la glándula timo, clave para la creación de linfocitos T, que batallan contra infecciones y células cancerígenas.

Hay desafíos científicos, legales y de diversa índole por superar antes de que dicho procedimiento pueda aplicarse ampliamente. Para solo tener una idea, el rechazo de los órganos ocurre incluso cuando se trasplanta un riñón de un donante humano compatible. Imaginar que será fácil de ahora en adelante es perder la perspectiva. Pero se espera que con la hazaña de Baltimore otros grupos científicos avancen en este frente.

Bennett estuvo conectado a una máquina de circulación extracorpórea, que lo mantenía con vida antes de la operación, pero ya se la retiraron el martes. Aunque su pronóstico es incierto –según Brenner, porque el rechazo puede durar semanas en darse–, para los científicos el caso abrió una puerta que difícilmente se cerrará. “Es un avance en verdad notable”, dice Montgomery, quien recibió hace tres años un corazón de donante humano. Concluye que “como receptor, estoy entusiasmado con la noticia”.