Los suicidas nos ayudan mucho a entender la crisis actual. En días pasados atendí a una mujer madre de 30 años, a quien llamaré María, quien ha sufrido sin pausa durante los últimos diez años, y cuyo único anhelo cada día es morir, suicidarse, terminar su sufrimiento. El número de intentos ya es incontable. Situaciones ocurridas por diez años la inundan de sentimientos de ansiedad, miedo, furia, sufrimiento. Es a quien conozco en mi ya larga vida, con mayor sufrimiento inescapable… Los demás ya desistieron de luchar. Tristemente, María y muchos otros potenciales suicidas nos ayudan a entender la psicología de la ansiedad, del miedo, del pánico, del sufrimiento. Psicología a la cual nos somete esta pandemia, al conjunto del planeta, a ti, a mí, a María, sin remedio. Lo bueno es que los suicidas, expuestos a terribles sufrimientos, nos dan pistas para enfrentar este infierno colectivo, al cual hasta ahora ingresamos... Falta mucho calor todavía.
¿Conviene sentir miedo? Por supuesto, y mucho: es el mecanismo que nos salvó durante tal vez 300.00 generaciones. Sin él no estaríamos aquí sobre el planeta, y muy seguro ninguna otra especie viviente. Para entender a los suicidas emplearé un ejemplo sencillo y real. Piénsate en una finca, en un momento ves ingresar una serpiente. ¡Me ocurrió hace poco tiempo! ¿Cómo reaccionamos? De inmediato se eleva el pulso cardiaco, se dilatan las pupilas, aumenta el ritmo respiratorio, y docenas de otras reacciones concomitantes. Es imposible descansar o pensar en dormir. En menos de un segundo la persona se prepara para, en esencia, atacar o huir. Siente enorme ansiedad y miedo; una situación insoportable. Yo hui.
A la media hora regresé, me armé con una escoba y una butaca e “intenté” ver, descubrir y atacar a la culebra. Aunque sabía que si la veía saldría a correr, y de poco me valdrían mis armas. Exploré con pánico ciertos lugares donde podía haberse ocultado; pocos. A la media hora “decidí” regresar a Bogotá, me pudo el miedo. Escapé de esa situación. Al subir al carro, sentí un alivio infinito. Lo recuerdo perfectamente. En esa hora mi mundo se redujo a una serpiente, la veía en cualquier esquina. Dejó de existir todo lo demás (este punto será definitivo adelante). Quedé exhausto, agotado, aterrado. La biopsicología adaptativa del miedo tiene un sentido preciso: si nuestra vida corre peligro, hay que suspender todo lo demás y atender únicamente la causa.
En la actualidad hay tres problemas adicionales a la psicología normal del miedo. El primero es que en lugar de enfrentar a una serpiente, son muchísimas, microscópicas e invisibles: el miedo es difuso y omnipresente. El segundo, no hay ningún carro para escapar, sino que debes esperar, posiblemente semanas, o meses… o más aun: situación prolongada e inescapable. El tercero es que el miedo suspende todas las funciones del yo. Esto es, pausa los seis mecanismos protectores del buen vivir, productores de felicidades. El genial mecanismo de miedo, que en el pasado protegió nuestra vida y al que tanto le debemos, hoy se voltea contra nosotros. Pero si lo entendemos podremos sobreponernos y proteger a los nuestros. Es de lo que trata la psicología afectiva: de ayudar a llevar la mejor vida posible, aun en situaciones extremas como esta. ¿Es posible? Sí. Lo demuestran jóvenes con intentos de suicidio, que han vencido su sufrimiento y recuperado su yo, inundado de sentimientos negativos. Les ayudamos a sobreponerse ante penas infinitas, únicas, que doblegan el genial mecanismo del miedo, diseñado para proteger nuestra vida ante un peligro. En el pasado ocurrió cada día, nuestros antepasados fueron expertos en enfrentarlo. Hoy ya no, hoy somos frágiles, porque carecemos (sobre todos nuestros hijos carecen) de entrenamiento en el arte de sufrir, vivimos demasiado bien.
Solo hay dos situaciones muchísimo peores que la pandemia de miedo actual: el maldito secuestro y los campos de concentración, o ambas. En el secuestro la persona enfrenta no serpientes, sino a seres brutales y despiadados carentes de condición humana, bestias con el poder arbitrario infinito de cortarle sus libertades y de asesinarlo, en un instante… cualquiera. Que nos sirvan de consuelo; también estas personas llevadas al extremo del sufrimiento nos darán las respuestas que necesitamos todos hoy. Es cruel, pero cierto.
La cuarentena puede tener consecuencias psicológicas y de salud mental duraderas. Lo bueno es que en gran medida las consecuencias dependen de ti, de entender la psicología del miedo. Estamos ante un riesgo real, peor, pues se trata de una guerra indefinida en el tiempo contra soldados invisibles, microscópicos y casi tan crueles y mortales como los secuestradores. Esta situación de incertidumbre e indefensión enciende el mecanismo del miedo durante mucho tiempo. Aparte de la falta de alimentos, de ropa, de recreación, sentiremos frustración, consternación, aburrimiento, furia, indefensión. Sin remedio. El metaanálisis de 24 estudios en países sometidos a cuarentena encontró como sus peores consecuencias el obvio estrés postraumático, trastorno de ansiedad y depresión prolongadas hasta durante tres años luego de concluida la cuarentena. Muy serias consecuencias mentales. Un estudio de la Universidad de Columbia verificó, además, abuso de sustancias.
¿Con cuánto capital psicológico cuentas? Una vez concluya esta epidemia dejará tremendas consecuencias psicológicas en millones de personas. Debes protegerte y a los tuyos, comenzar desde hoy. Lo estudiaremos en los siguientes artículos. Ubícate en ese momento y realiza esta interesante primera tarea. Responde con cualquiera de estas opciones: No, poco/as, tal vez, sí, sin duda. ¿Tienes metas personales para realizar las próximas semanas? _____ _____ ¿Te consideras una persona magnífica? _____ _____ _____ _____ _____ ¿Tus relaciones y amistades son excelentes? _____ _____ _____ _____ _____ ¿Tus sentimientos positivos diarios superan a los negativos? _____ _____ _____ ¿Eres capaz de enfrentar las dificultades de la vida? _____ _____ _____ _____ _____ ¿Vivir es extraordinario? _____ _____ _____ _____ ____
¡Tú eres la solución! Te enseñaremos a alinear a tu favor el conjunto de tus fortalezas en este momento superestresante, ansioso, dramático, atemorizante. Además, puedes aprovechar este tiempo de baja actividad exterior para realizar la tarea más importante de la existencia: ¡Conocerte! Parece ser el mejor remedio contra el miedo. Acabo de pasar frente a un caballo. Como estoy escribiendo sobre este tema, noté que dos metros antes de verme el caballo, dejó de comer y levantó la cabeza. Sintió miedo de mí. Me observó mientras pasaba y durante dos segundos más, volvió a comer su (me imagino) delicioso pasto. La escena duró seis segundos. Volví a colocarme detrás del caballo. Lo mismo, solo que esta vez al verme volvió a comer. ¡Superó el miedo! Espero que te parezcas más al caballo que a mí.