Frente a la pandemia del nuevo coronavirus, algunos productos médicos se han vuelto más preciados que nunca. Entre ellos están las camas de hospital, los tapabocas y los respiradores artificiales. Sobre estos últimos la demanda ha crecido al menos diez veces de lo habitual en el mundo. Y en Colombia, tanto gobierno, como empresas privadas, corren para poder cumplir la demanda de estos aparatos frente a una eventual crisis. El Ministerio de Salud ha informado que la meta es llegar a tener 10.000 camas para pacientes de covid-19, lo que implica que cada una debe tener un ventilados. Sin embargo, la realidad es que hoy, cada unidad de cuidados intensivos cuenta con alrededor de diez camas y un poco menos de esa misma cifra en ventiladores artificiales.
A esto se suma que la disputa por comprar estos dispositivos ha aumentado en el mundo. Hace unas semanas la cartera informó que había autorizado la compra e importación de 2.100 ventiladores mecánico, sin embargo ese precio se duplicó en cuestión de semanas. Si antes cada uno tenía un precio entre 15.000 y 22.000 dólares, dependiendo la gama, frente a la demanda un solo ventilador puede costar mínimo 50.000 dólares. Ante este difícil escenario son muchos los científicos colombianos que se han puesto en la tarea de crear sus propios ventiladores. Una de las iniciativas que parece tener más futuro es la de un grupo de cinco ingenieros de la Universidad de la Sabana, quienes desde hace un mes vienen trabajando en un dispositivo que ya ha pasado múltiples pruebas, y pronto, podría empezar a fabricarse en serie. SEMANA visitó el laboratorio donde trabajan por estos días para ver cómo los construyen y ver qué tanta capacidad tendrán de producirlos en masa ante una eventual crisis. Según contó Julián Echeverry, director del programa de Ingeniería a Mecánica de la institución, “la idea surgió cuando la clínica de la universidad fue nombrada hospital centinela para Cundinamarca en atención al coronavirus”.
Foto: Guillermo Torres Reina/SEMANA Desde entonces tardaron una semana en diseñar el primer prototipo y tres más en construir uno cien por ciento funcional, probado en biomodelos. “El primero era una versión cruda, pero ya esta semana montamos la versión final en una caja que se pueda ingresar a cuidados intensivos”, explica Andrés Felipe Ramírez, ingeniero electrónico y quién está cargo del software y automatización del proyecto. Su ventilador ya ha pasado por diversas etapas: pruebas en el laboratorio, chequeos en el hospital simulado en la clínica de la Sabana, pruebas en INSIMED (donde se hacen con modelos preclínicos, donde el dispositivo), y también en la Fundación Neumológica Colombiana, el lugar donde está el centro de investigación en ventilación mecánica. Según explica Echeverry, este es un ventilador diseñado específicamente para atender pacientes con covid-19 donde un equipo de médicos asesores, que hacen parte del proyecto, les dio las especificaciones que debía tener. Aquí entra que los médicos puedan controlar varias variables al momento de la emergencia como el tiempo que dura una persona inspirando, cuantas veces respira por minuto y cuanto tiempo retiene el oxígeno.
Foto: Guillermo Torres Reina/SEMANA "Una de las más importantes es poder controlar la presión baja al momentos de la inspiración, que es posible gracias a una válvula. Es importantes en el coronavirus porque mantiene el pulmón con presión interna y hace que los alvéolos del pulmón se abran para poder atrapar el oxígeno", explica el ingeniero. Esto es necesario porque cuando un paciente está en la peor etapa de la enfermedad no está en la capacidad necesaria para llevar el oxígeno desde el aire hasta la sangre y el ventilador debe suplir esa necesidad. "Cuando una persona respira lo hace en tres etapas: respiración, pausa y espiración. El ventilador hace eso mediante un sistema de electroválvulas y una tarjeta electrónica que permite automatizar ese proceso” afirma Ramírez. Inicialmente, el aparato realiza una mezcla de aire y oxígeno, luego lo envía a los pulmones y lo mantiene ahí unas fracciones de segundos, para luego expirarlo. Hasta el momento, el equipo de ingenieros ha fabricado ocho ventiladores, pero su objetivo es construir 100. “Es lo que nos pidió la Universidad de la sabana para suplir la demanda de la clínica”, explica Echeverry. Además, su idea es liberar completamente la información para que cualquier persona pueda copiarlo. “No queremos que nadie se lucre con esto, pero lo queremos hacer de forma responsable. Nos reunimos con la empresa y les mostramos cuál es el programa”, agrega el ingeniero.
Foto: Guillermo Torres Reina/SEMANA En ese sentido, ya tienen empresas aliadas como indumil, cotermarc y challenger que permitirían para escalar su producción en masa en el país y otras ciudades. "Hemos estado trabajando con ellos para hacer una transferencia tecnológica. Indumil, por ejemplo, estaría en la capacidad de fabricar hasta 80 ventiladores diarios” dice Echeverry. El objetivo es poder dar respuesta a la demanda de ventiladores en el momento más crítico de la enfermedad en el país. Por eso, los expertos aseguran que si logran tener entre tres o cuatro empresas fabricando al mismo tiempo dentro de algunas semanas podrían llegar a fabricar 200 ventiladores diarios. Esto es posible gracias a que el dispositivo "es de fácil armado y los materiales son fáciles de conseguir", explica el director. Su prototipo ha tenido una gran acogida. Hace unas semanas, el empresario, Luis Carlos Sarmiento Angulo, donó 1.2 millones de dólares al proyecto, e incluso han tenido conversaciones con empresas de Perú, México y Honduras, República Dominicana, interesados en exportar la tecnología. “La etapa que falta es probarlo en humanos, pero hasta que el invima no autorice no podemos”, explica Luis Mauricio Agudelo, Ingeniero civil y electrónico. Según el experto el visto bueno depende de una documentación que ya se entregó a la institución, pero esperan tenerlo pronto pues “estamos viendo que en una o dos semanas, cuando empiece el pico alto, la necesidad será alta", dice.
Foto: Guillermo Torres Reina/SEMANA Por ahora, mientras muchos cumplen el aislamiento obligatorio para aportar su grano de arena y evitar la propagación del virus, este grupo de ingenieros trabaja prácticamente día y noche para construir ventiladores que en algún momento salven la vida de los colombianos. “Han sido cuatro semanas sin dormir. Pasan días en que no vea a mi familia, pero lo hacemos por una buena razón: salvarle la vida de una persona que es un sueño para cualquier ingeniero”, dice Echeverry. Para ellos este proyecto tiene algo de irónico, pues como ingenieros, están diseñando un ventilador que no quieren que nadie use. “Queremos que la enfermedad no se desborde y que ningún colombiano tenga que llegar a necesitarlo”, agrega Echeverry. Hace tan solo unos meses este grupo de ingenieros civiles, mecánicos y electrónicos se dedicaban a cosas muy diferentes. La mayoría de ellos trabajaba en robótica. "Yo me dedicaba a hacer robots que juegan fútbol y mis compañeros a vehículos eléctricos monoplaza altamente eficientes”, dice Ramírez. Otros más tenían experiencia en equipos biomédicos, pero muy distintos a los ventiladores. Sin embargo, sabían que en sus manos tenían parte de las soluciones para ayudar y por eso “sentíamos el deber y la responsabilidad moral de actuar”, concluye Ramírez.