El Año Nuevo Lunar en China, que comienza el 25 de enero, ya quedó empañado. El brote de un virus desconocido originado en Wuhan, en el centro del país, desde diciembre tiene a sus funcionarios en alerta. Pero solo a principios de la semana el tema cobró interés mundial. Esto debido a que en cuestión de días el brote se extendió a otros países: Taiwán, Japón, Macao, Hong Kong, Tailandia, Corea del Sur, Singapur y Estados Unidos.
Al cierre de esta edición, había 26 muertos, en su mayoría ancianos y enfermos, mientras que el número de infectados sobrepasaba los 840. El virus llegaría en las próximas horas a más países como Gran Bretaña, donde seis pacientes fueron aislados y cinco esperan resultados. Ante esas cifras oficiales, un grupo de investigadores del Imperial College de Londres, que duda de los registros chinos, calculó que habría entre 1.790 y 4.000 infectados. El sábado en la mañana, el presidente Xi Jinping, reconoció que el virus "se está acelerando" y coloca a su país en una "situación grave".
Las autoridades aeroportuarias de ciudades con vuelos directos a China empezaron a tomar medidas ante la transmisión persona a persona. Eso sucedió cuando se supo que 14 funcionarios de un hospital se habían contagiado al tratar a un paciente. Para prevenir la propagación del virus, el Gobierno chino puso en cuarentena a Wuhan y a cuatro ciudades vecinas, en total, con 20 millones de habitantes. Se calcula que 35 millones de personas, casi la población de Canadá, tendrían limitaciones para movilizarse. La decisión, que no tiene precedentes en la historia reciente, cancelaría un total de 3.000 millones de viajes en estas vacaciones. Se los conoce como coronavirus porque su superficie bajo el microscopio luce como la corona solar. Con todo esto, el mundo vivió esta semana un déjà vu de lo ocurrido hace 17 años, cuando en 2003 apareció el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), de la misma familia que el virus de Wuhan, que afectó a 8.000 personas, 10 por ciento de las cuales fallecieron. Se los conoce como coronavirus porque su superficie bajo el microscopio luce como la corona solar. Entre ellos se encuentra el resfriado común; sin embargo, de cuando en cuando surgen formas graves que provocan infecciones en el tracto respiratorio, como bronquitis y neumonía, que pueden causar la muerte.
Foto: Las medidas en los aeropuertos, la cuarentena en Wuhan y los hospitales atestados de pacientes crearon pánico. De este no se sabe mucho. Se asume que pasó de los murciélagos a las serpientes en un mercado ilegal de Wuhan, en el que vendían carne de animales exóticos y donde ingresó a los humanos. Pero aún hay incertidumbre sobre su origen. Esto es importante, pues, si no se sabe de dónde viene, es difícil conocer cómo se propaga, un dato crucial para proponer una estrategia de salud pública. Ante esta y otras dudas, la Organización Mundial de la Salud (OMS), que citó a una reunión de última hora, no logró un consenso y prefirió abstenerse de declarar emergencia global. Argumenta que, aunque hay casos en otros países, el número de afectados es muy bajo y la enfermedad no se está propagando en ellos. “Esto es una emergencia en China, pero no en el mundo, aunque en el futuro podría serlo”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
No todos los expertos están contentos con la decisión. Peter Horby, de la Universidad de Oxford, señala que hay tres criterios para declarar una emergencia mundial: “Que sea un evento extraordinario, que se esté expandiendo internacionalmente y que requiera de una respuesta conjunta entre países; y las tres ya se cumplieron”. También creen que se debería considerar una amenaza, pues al ser un virus novedoso se propaga con mayor facilidad, ya que el sistema inmune de los humanos no está preparado para atacarlo. Tampoco existen vacuna o tratamiento para los pacientes contagiados.
Para la OMS, la fuente del virus aún es incierta así como la facilidad de contagio y su severidad. Eso hace que todavía “sea muy temprano para saber cuál será el nivel de expansión de este virus y la magnitud de una posible epidemia”, dice Jorge Cortés, infectólogo de la Universidad Nacional. La OMS lo catalogó como un virus que puede ser leve y severo a la vez, ya que un cuarto de la población afectada se ha enfermado drásticamente, mientras que los otros han tenido versiones moderadas. El temor es que mute a una más virulenta. Para la OMS, la fuente del virus aún es incierta así como la facilidad de contagio y su severidad. Por eso, la expectativa sigue y, como lo dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, en caso de que surja nueva evidencia del brote como amenaza global, él no dudaría en pedirle a la OMS reconsiderar su decisión. Por ahora, apoyan los esfuerzos de China, un país cuestionado en el pasado por esconder información, aunque en esta oportunidad ha actuado diligentemente. “A una semana de haber cerrado el lugar donde salió el brote, ya sabían que era un virus nuevo. Hace 17 años eso les tomó más”, dice Cortés.
Por ahora, la peor parte la vive China, donde las medidas de cuarentena han causado pánico y frustración. Wuhan, sin aviso y en cuestión de 12 horas, se transformó en una ciudad fantasma que hizo pensar a sus habitantes en el fin del mundo: la estación de trenes sellada, guardias y paramilitares en las salidas por tierra y aire, los vuelos cancelados y las calles desoladas. En Beijing suspendieron las celebraciones y el Disneylandia de Shanghái cerró. Las imágenes muestran caos en los hospitales y en las droguerías. Ante estas medidas, el miedo ha aumentado especialmente por la posible escasez de provisiones, así como las críticas de si las autoridades podrán resolver el problema. Si ya hay casos en otras ciudades lejos de Wuhan, la medida sería inútil. La revisión en los aeropuertos también podría fracasar si se tiene en cuenta que el virus incuba entre 5 y 14 días. Algunos contagiados podrían pasar la revisión todavía sin síntomas.
El virus ya ha causado caos en la economía mundial. Según el portal Market Watch, tras el anuncio del caso en Estados Unidos, el precio de los metales y del petróleo cayeron. Si la historia sirve de referencia, en 2003 el SARS causó 50.000 millones de dólares en pérdidas. De ahí que el diario Financial Times señale que una epidemia de la misma categoría podría ocasionar mucho más impacto. La gran pregunta es si el coronavirus llegará a Colombia. “Es imposible decirlo”, dice Cortés. Agrega que, si fuera influenza, “apostaría mis ahorros a que sí, pero dado que no es, lo veo menos probable”. Por ahora, la única alternativa es que cada país esté alerta en hospitales y en los aeropuertos de casos sospechosos. En Colombia esa medida logró detectar a dos pasajeros, pero hasta el momento no hay indicios del virus. De manera preventiva sugiere lavarse frecuentemente las manos, y si hay complicaciones, ir a las instituciones de salud. También aconseja tener calma y adaptarse a estos nuevos brotes, pues “este, con seguridad, no será el último”.