Llevo catorce años como médico intensivista y esta situación es de la más difíciles que me ha tocado vivir. hay cierto temor, no se puede negar, porque nosotros tenemos un riesgo más elevado al tener contacto directo con pacientes covid. En mi caso, cada que regreso a mi casa o llego a la clínica me baño. Me estoy bañando aproximadamente cuatro veces al día.

Hay que tener conciencia de que el covid no solo se puede contraer en hospitales y clínicas, lo puede adquirir en una panadería, centro comercial, un domicilio o cualquier otro lado, entonces lo más importante para evitar contagios es protegerse. Y la mejor protección que tenemos por ahora, hasta que se invente una vacuna, es el tapabocas y lavado de mano, que la gente piensa que no es efectivo, pero la verdad es que es muy efectivo.

La gente tiene que saber que esto es serio. Los pacientes que llegan a la unidad tienen un estado de salud complicado, que terminan -algunos no todos- con manejo invasivo (intubación). A esta pandemia alguien tiene que hacerle frente y nos tocó a nosotros, los médicos.

Lo más duro de convivir con esta pandemia es que todo cambia: la forma de vivir, socializar con amigos y familiares. Incluso el trabajo de nosotros. Ahora la idea es adaptarse, tratar de brindar lo mejor posible.

No siempre podemos ser victoriosos en la recuperación de un paciente y varias personas fallecen. Esto es real y en medida en que las personas tengan un amigo o familiar infectado se darán cuenta de que la amenaza es seria.