Apple y Google, enconados rivales de negocios, anunciaron una alianza para facilitar a los gobiernos el desarrollo de aplicaciones que rastrean los contactos recientes de las personas portadoras del coronavirus. Ambas compañías, propietarias respectivamente de iOS y Android, los sistemas operativos presentes en el 99 por ciento de los teléfonos móviles del mundo, se suman a la lista de iniciativas de rastreo tecnológico de positivos por covid-19 y de quienes estuvieron cerca de ellos, para contener la cadena de contagio. Muchos gobiernos desarrollaron apps que lo hacen, pero con diferentes aproximaciones: unas utilizan el GPS de los smartphones para ese rastreo, otros las antenas celulares y hasta selfies, como en Polonia, en donde los enfermos envían fotos periódicamente para mostrar que están confinados.
Google y Apple buscan facilitar un estándar universal para que cada gobierno desarrolle rápidamente su propia solución. Aprovecha la tecnología bluetooth, la misma que sirve para conectar parlantes al celular y consume menos energía que el GPS. Además, tendrá un nivel de confidencialidad de datos mayor que lo visto hasta ahora. El smartphone grabará silenciosamente y mediante código cifrado la información de cada teléfono que se acerque. Cuando el propietario de ese teléfono resulte portador del virus, de inmediato todos los teléfonos que estuvieron cerca en los últimos 14 días recibirán la información, para que sus respectivos propietarios tomen las medidas del caso. La información de los lugares exactos en donde estuvieron las personas no será entregada a las compañías ni a los gobiernos.
Una limitación de estas aplicaciones es que no sean adoptadas masivamente por la ciudadanía. Si todos los usuarios de smartphones aceptaran participar, más de 3.000 millones de personas en el mundo estarían bajo monitoreo. Pero en Singapur menos del 20 por ciento de la población los utiliza, y ese es el caso de éxito más notable. La app de rastreo CaliValleCorona ha sido descargada por 58.255 personas, un porcentaje muy pequeño de la población del Valle del Cauca. Y no todos los que la descargaron autorizaron el seguimiento por GPS, sino que solo hicieron la autoevaluación diagnóstica.
Han surgido críticas que ponen en duda el alcance de estas herramientas. El laboratorio de investigación en seguridad informática de la Universidad de Cambridge dijo en un reporte que “nuestro esfuerzo debería consistir en hacer más pruebas, fabricar ventiladores y construir hospitales”, tras examinar el anuncio de Google y Apple. Agregó que la respuesta a la pandemia está en manos de epidemiólogos y no de los criptógrafos. Habría diferentes escenarios de error mediante el bluetooth: bromistas pueden poner el teléfono en un perro, por ejemplo, dejarlo suelto para que contacte a decenas de personas y luego reportar un falso positivo que confinaría a gente sana. O dos personas en habitaciones diferentes, separadas por un muro, quedarían almacenadas como contactos físicos cercanos por la red bluetooth, que no distingue barreras, sino distancias. Pero el señalamiento en contra más recurrente es que la privacidad de los ciudadanos será expuesta tarde o temprano, cuando deba reportarse el caso a las autoridades. No obstante, hay esperanzas de que los teléfonos y los datos que recopilan contribuyan en esta “cacería” de portadores del virus para controlar su aislamiento.