El ser humano es como una tienda de relojes. El más importante de todos, el maestro, está ubicado en el cerebro, cerca del hipotálamo. Pero cada campanazo de este Big Ben resuena al ritmo de cientos de pequeños relojes localizados en los órganos y células del cuerpo. “Hay uno en el hígado, otro en el riñón, otro en el páncreas, y todos controlan las funciones a nivel local”, señala Amita Sehgal, profesora de neurociencia de la Universidad de Pensilvania.
Conocer cómo funciona esa máquina del tiempo es esencial para saber a qué horas se deben realizar ciertas actividades físicas, mentales y sociales. Hay evidencia de que la mejor hora para hacer ejercicio de resistencia y fuerza es entre las cinco de la tarde y las ocho de la noche. “El ritmo del corazón es más alto, los músculos están extendidos y fuertes, y los pulmones son más eficientes”, dice Michael Smolensky, experto en el estudio del reloj biológico. Según las investigaciones de Andrés Camargo, profesor de cronobiología de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, se sabe que las primeras horas del día no son ideales para aprender física, química y matemáticas, lo que se debe dejar para después de las diez de la mañana. Sin embargo, madrugar es excelente para procesos creativos. Y la siesta se debe hacer a las tres de la tarde. CRONOBIOLOGÍA Estos hallazgos se fundamentan en una ciencia joven conocida como cronobiología, que estudia los ritmos de las funciones corporales. El más importante es el ciclo de 24 horas con el cual la gente debe lidiar día a día. El principal estímulo del reloj maestro es la luz que llega a través de la retina y ello le ayuda a sincronizar la producción de melatonina, que aumenta en la noche para preparar al individuo a dormir. Esta hormona disminuye en la mañana cuando incrementa el nivel de cortisol, un químico del estrés que le da al cuerpo la energía necesaria para empezar una nueva jornada. Los expertos han podido establecer que el ritmo circadiano incide en por qué en la noche el dolor de artritis es más fuerte o se dan más crisis de asma. Según Camargo, los niveles de cortisol disminuyen y ese descenso tiene un impacto en las vías respiratorias. Además, después de la medianoche el ritmo de la respiración llega a su nivel más bajo lo que hace más lento el intercambio de oxígeno y la expulsión de gas carbónico. La relajación prolongada también aumenta el dolor. En la mañana la tensión arterial aumenta, la sangre se torna más viscosa y los vasos sanguíneos son más rígidos. “Si se le suma que hay más estrés se entiende por qué a esta hora la gente está más vulnerable a un infarto”, señala Camargo. El diagnóstico y tratamiento de ciertas enfermedades también es sensible al ritmo circadiano. Un estudio publicado en la revista Chronobiology encontró que las drogas contra la hipertensión se deben tomar en la noche mientras que los antibióticos se deben ingerir en la mañana porque el sistema inmunológico tiene su pico más alto en la tarde y “así complementa la acción del medicamento”, explica Camargo. También se ha comprobado que la hora en que se administra la quimioterapia podría aumentar su efectividad y reducir los efectos secundarios. Comer a ciertas horas y no a otras puede tener consecuencias importantes en el organismo. En un estudio reciente los científicos encontraron que hacerlo en la noche genera riesgo de diabetes tipo 2 debido a que a esa hora la tolerancia a la glucosa es más baja. “No solo importa lo que uno come sino a qué horas”, dice Christopher Morris, del Brigham and Women’s Hospital, director de la investigación. Expertos japoneses mostraron en otro estudio que el tamaño del desayuno y la hora en que se come influencian los niveles de azúcar durante el día por lo cual no hacer esta comida aumenta el riesgo de diabetes. Según Camargo, lo ideal es comer entre las seis de la mañana y la seis de la tarde. Mantener este reloj sincronizado es ideal para gozar de una buena salud. Según la Organización Mundial de la Salud hay evidencia de que quienes hacen turnos de noche presentan más riesgo de diabetes tipo 2 y de cáncer de seno o próstata. Además, quienes trabajan en horarios irregulares son menos fértiles y tienen más probabilidad de sufrir abortos espontáneos. Pero también las personas que sufren de insomnio o que comen a la hora incorrecta podrían estar interrumpiendo la sincronía de ese reloj biológico. Lo mismo les pasa a quienes duermen cerca de teléfonos celulares y otros aparatos tecnológicos porque la mínima luminosidad podría interferir en su buen funcionamiento. Camargo dice que la gente vive en una lucha permanente por llegar a tiempo al trabajo, por cumplir con las tareas asignadas en el día, por pagar sus cuentas antes de las fechas de vencimiento. Estos no son inventos del mundo moderno, pues los relojes, los horarios y los calendarios y el tiempo han sido y serán parte integral de la existencia humana. Es importante tenerlos sincronizados para vivir mejor.