La mayoría de los alimentos que las personas consumen se convierten en azúcar, también conocida como glucosa que se libera en el torrente sanguíneo para ser usada como la principal fuente de energía del cuerpo.
Sin embargo, cuando los niveles de azúcar se incrementan demasiado, puede aparecer la diabetes, una enfermedad crónica que puede generar una serie de afectaciones en el organismo. Si una persona tiene diabetes tipo 1 o 2, es muy importante que mantenga los niveles de azúcar en la sangre dentro de los valores deseados.
De acuerdo con información de Sanitas.es, los niveles ideales de azúcar en sangre habitualmente se hallan entre estas cifras: 80 - 120 miligramos por decilitro (mg/dl), al despertar y antes de comer; en 180 o menos, dos horas después de comer y entre 100 - 140 mg/dl, a la hora de acostarse.
Los momentos para validar el nivel de azúcar en la sangre incluyen los siguientes: cuando la personas recién se despierta (en ayunas), antes de una comida, dos horas después de una comida y a la hora de acostarse.
La cantidad de veces que se valore el nivel de azúcar en la sangre dependerá del tipo de diabetes que tenga la persona y si toma medicamentos para esta enfermedad o no. Quienes reciben insulina podrían necesitar revisarlo más frecuentemente que los que no hacen uso de este medicamento.
¿Qué ocurre cuando el azúcar entra al cuerpo?
El páncreas libera insulina cuando el nivel de azúcar en la sangre aumenta después de comer. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, la insulina funciona como una llave que permite que el azúcar en la sangre entre a las células del cuerpo para que estas la usen como energía.
Cuando los niveles de glucosa e insulina en la sangre son altos, el hígado absorbe azúcar y la almacena como glucógeno. Este órgano puede convertirlo otra vez en azúcar cuando sea necesario para tener energía.
Según el mencionado Instituto, manejar la diabetes puede ayudar a evitar otros problemas graves de salud, como enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades del riñón, daño en los nervios, mala salud bucal y pérdida de la visión.
Para los expertos, revisar los niveles de azúcar en la sangre con regularidad ayuda a rastrear qué hace que éstos suban o bajen. Por ejemplo, enfermarse, tener estrés o comer ciertos alimentos podría hacer que aumenten. O cuando la persona toma medicamentos, hace más actividad física o come menos de lo habitual, puede hacer que los niveles de glucosa se reduzcan.
Un nivel alto de azúcar en la sangre puede causar problemas de salud graves de largo plazo. Entre los síntomas de esta afección se incluyen los siguientes: sentirse muy cansado, estar sediento, tener la visión borrosa y un deseo permanente de orinar.
“Si usted tiene diabetes tipo 2, las células no responden de manera normal a la insulina; a esto se lo llama resistencia a la insulina”, indica el Centro Nacional para la Prevención de Enfermedades Crónicas y Promoción de la Salud de Estados Unidos (NCCDPHP, por sus siglas en inglés).
Los síntomas de la diabetes tipo 2 no suelen presentarse una vez se desarrolla la enfermedad en el organismo, sino que van apareciendo a medida que van pasando los años y pueden estar presentes sin que las personas los noten. De ahí la importancia sobre un monitoreo constante de la salud y de la adopción de buenos hábitos para prevenir la enfermedad. La diabetes tipo 2 se detecta únicamente mediante un análisis de sangre.
Enfermedad crónica
Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre (o azúcar en sangre). Se asocia con una deficiencia absoluta o relativa de la producción de la acción de la insulina. Con el tiempo, la diabetes conduce a daños graves en el corazón, vasos sanguíneos, ojos, riñones y nervios.
La organización multilateral indica que la diabetes mal controlada aumenta las posibilidades de mortalidad prematura, así como complicaciones crónicas como enfermedades cardiovasculares, ceguera, nefropatía, úlceras en los pies y amputaciones. Además, las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de presentar tuberculosis, especialmente aquellas con un control glucémico deficiente.