El olfato es uno de los sentidos más importantes para los seres humanos. A través de él, las personas pueden identificar, clasificar, desear o rechazar y hasta crear vínculos sociales de acuerdo con sus preferencias.

Sin olfato, el ser humano podría quedarse sin uno de los principales sistemas de alarma frente a lo que sucede a su alrededor, además de que perdería calidad de vida y la capacidad de disfrutar de muchas cosas que resultan agradables y que solo se pueden percibir mediante el olor.

Dada la importancia del tema, se han realizado algunos estudios tendientes a valorar los gustos y preferencias de las personas en este sentido. El más reciente permitió determinar que independientemente de cuál es el origen cultural, las personas alrededor del mundo experimentan de la misma forma el tema de los olores.

De esta forma, la percepción de aromas tanto agradables como molestas o repulsivas, es generalmente la misma en todos los humanos, sin tener en cuenta su lugar de procedencia, cultura, edad o sexo.

Esta es una de las principales conclusiones de la investigación publicada en la revista Current Biology, en la cual los autores tenían como objetivo comprobar si las personas de distintas partes del planeta tenían la misma percepción olfativa y si les gustaban los mismos tipos de olor, o si, por el contrario, este era un tema culturalmente aprendido.

La vainilla es un olor agradable para personas de todas las culturas. | Foto: Getty Images

De todo el mundo

Con este propósito en mente, científicos del Instituto de Medicina Karolinska, de Suecia realizaron los análisis con representantes de diferentes culturas y grupos con estilos de vida completamente diferentes, los cuales demostraron que la mayoría de los participantes preferían el mismo olor.

La investigación involucró a 235 voluntarios de nueve países, ubicados en distintas zonas del planeta, de diversas culturas y costumbres y hasta con niveles de ingresos diferentes. En la muestra se incluyó, por ejemplo, a participantes indígenas que tenían muy poca exposición a olores y alimentos fuera de su propia cultura.

Tras los análisis, en el que se incluyeron 10 aromas que abarcaban olores reconocidos en todo el mundo, se determinó que la vainilla es la fragancia más agradable para la mayoría de personas que participaron de la investigación. A este lo siguió el de butirato de etilo, que tiene un aroma a durazno.

Los olores estudiados fueron seleccionados con base en un estudio anterior realizado con habitantes de zonas urbanas de Nueva York que valoraron el carácter agradable de 476 moléculas diversas, según información de la agencia DW.

En la lista de los más agradables destaca el linalool, que hace parte de muchas plantas aromáticas y el alcohol fenetílico de rosas, claveles y flor de azahar.

Por su parte, el olor que la mayoría de personas consideró menos agradable, fue el de ácido isovalérico, que se puede percibir en algunos alimentos, como el queso, la leche de soya y el jugo de manzana, pero que también en el sudor de los pies.

El olfato es uno de los sentidos más importantes del ser humano. | Foto: Getty Images

Según Artin Arshamian, uno de los científicos que lideró el estudio e investigador del departamento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska, una de las posibles razones por la que las personas consideran que algunos olores son más agradables que otros, independientemente de la cultura, es que estos aumentaron las posibilidades de supervivencia durante la evolución de los humanos.

“Ahora sabemos que existe una percepción universal del olor que está impulsada por la estructura molecular y eso explica por qué nos gusta o no nos gusta un determinado olor. El siguiente paso es estudiar por qué esto es así al vincular este conocimiento con lo que sucede en el cerebro cuando olemos un olor particular”, precisó el científico.

Precisamente, el trabajo concluye que el desacuerdo entre olores de los grupos que participaron del análisis se debe, en parte, a la estructura molecular, aunque están más influenciados también por el aprendizaje o la composición genética.