Sin duda, las enfermedades del cerebro, siempre serán de gran importancia, ya que de él dependen todas las funciones del cuerpo. Por esta razón, es fundamental prestarle su debida atención.

Pero, ¿Es lo mismo un infarto cerebral a un derrame cerebral? la respuesta es que un ataque cerebral sucede cuando se detiene el flujo sanguíneo al cerebro, en unos minutos, las células cerebrales empiezan a morir. Hay dos tipos de ataques cerebrales: isquémico y hemorrágico. El ataque cerebral isquémico es el conocido como infarto cerebral y es el tipo más común; el ataque cerebral hemorrágico, llamado también derrame cerebral, en cambio es el menos común, según el portal especializado en salud, Código Rojo.

El nombre médico del infarto cerebral es accidente cerebrovascular isquémico y es el más común; y según información de la Biblioteca Nacional de Medicina, el 80 % de los ataques cerebrales son isquémicos.

Dentro de éstos, también se encuentra el ACV isquémico transitorio o mini infarto cerebral, el cual se produce por una disminución temporal del suministro de sangre a una parte del cerebro. Este puede durar sólo 5 minutos y no provoca daño permanente, no obstante, aumenta el riesgo de sufrir uno mayor más adelante, según el portal Salud180.

El derrame cerebral puede presentarse con mayor frecuencia en las personas adultas. | Foto: Juanmonino/Getty Images

Los expertos de la Clínica Mayo, señalan que el derrame cerebral, por su parte, es médicamente conocido como accidente cerebrovascular hemorrágico, debido a que es ocasionado por un vaso sanguíneo del cerebro que gotea o se rompe.

Esto se relaciona con afecciones que dañan los vasos sanguíneos y factores como: aneurismas, presión arterial no controlada, traumatismos, ACV isquémico que causa hemorragia y exceso de anticoagulantes.

Dos tipos de ACV: mismos síntomas

Como se mencionó antes la principal diferencia entre un infarto y un derrame o hemorragia cerebral, es que en uno se bloquea el flujo de sangre y en el otro ocurre una hemorragia por la ruptura de un vaso sanguíneo. Sin embargo sus síntomas son bastante similares:

  • Dificultad para hablar o entender a los demás.
  • Problemas para caminar.
  • Parálisis o entumecimiento de la cara, brazo o pierna.
  • Problemas de visión.
  • Dolor de cabeza súbito y grave, en ocasiones acompañado de vómito o mareo.

Ahora bien, ambos son importantes y capaces de provocar un daño permanente, por eso no hay que dudar en consultar al médico si se sospechas de algún problema y reducir los factores de riesgo.

Depresión y derrame cerebral

Un nuevo estudio de la Asociación Americana del Corazón dice que el riesgo de sufrir un derrame cerebral parece seguir siendo alto, incluso después de que la depresión desaparece.

“Este estudio nos dice que si tienes una alta puntuación en la evaluación de depresión, tienes más del doble de riesgo de sufrir un derrame cerebral. Además, en el período de seguimiento, si los síntomas de la depresión se resuelven, aún podrías tener 66 % de riesgo de sufrir una apoplejía”, explicó el portavoz de AHA, Philip Gorelick, director médico del Mercy Health en Grand Rapids, Michigan.

El estudio lo llevó a cabo un grupo de investigadores de la salud pública en la Universidad de Harvard, la Universidad de California en San Francisco, la Universidad de Washington y la Universidad de Minnesota. Estos analizaron los datos de más de 16.000 personas mayores de 50 años de edad y los cuales fueron recopilados durante 12 años para el estudio de la salud y la jubilación.

Ahora bien, cada dos años, entre 1998 y 2010, fueron interrogadas en relación con sus síntomas depresivos, historial de apoplejía y comportamientos, que podrían ponerlos en riesgo de sufrir un derrame cerebral.

“Ya sabíamos que las personas que padecen depresión, o que incluso tienen síntomas de depresión, tenían un mayor riesgo de sufrir una apoplejía. Lo que no sabíamos era si el riesgo de sufrir un derrame cerebral también desaparecía, si los síntomas de la depresión desaparecían”, dijo la autora principal, Paola Gilsanz.

“Nos sorprendió que para este grupo de personas, quienes tenían síntomas de depresión en una de las entrevistas, pero no en la segunda; el riesgo de sufrir un derrame se mantuvo de forma significativamente elevada, con un porcentaje de alrededor del 66 % en comparación con personas que no habían tenido síntomas de depresión en ninguna de las entrevistas. Esperábamos que el riesgo de sufrir un derrame cerebral regresaría a la línea base”, afirmó la coautora, Maria Glymour.

Sin embargo, los investigadores no están del todo seguros de por qué el riesgo no disminuye. Se sabe que la depresión está relacionada con comportamientos poco saludables que aumentan el riesgo cardiovascular, como la inactividad física y el tabaquismo, pero Glymour no cree que estos expliquen totalmente sus descubrimientos.

Además, está de acuerdo con que también se necesita tomar acciones. “Debido a que este es el primer estudio que examina los cambios en los síntomas depresivos de esta manera, necesitamos replicar los hallazgos en muestras independientes y con personas de diferentes grupos de edad. Los resultados sorprendentes hacen que dichas réplicas sean aún más urgentes”, concluye Gymour.