La sordera y la pérdida de la audición no están únicamente determinadas por la edad, existe una gran variedad de factores que pueden incidir en la salud auditiva de las personas, más tratándose de un órgano tan sensible como es el oído.

Al revisar los datos compartidos por la Organización Mundial de la Salud, es más claro todavía el panorama de estas condiciones auditivas en el mundo. Según estima la OMS, cerca de 1.500 millones de personas (para 2021) presentan algún grado de pérdida de la audición y se proyecta que esta cifra llegue a los 2.500 millones para el año 2050.

“La prevalencia de la pérdida de audición aumenta con la edad: entre los mayores de 60 años, más del 25 % padece una pérdida de audición discapacitante”, indica la entidad.

Caring daughter comforting frustrated unhappy senior woman. Loving adult granddaughter talking to sad depressed old grandmother holding hand and comforting her. Upset widowed woman with headache consoled by her daughter. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Aunque cualquier persona es susceptible de presentar un problema auditivo y, por ello, se aconseja tomar precauciones desde el periodo prenatal hasta la edad adulta, es cierto que durante el envejecimiento existen algunos factores de riesgo que hay que tener en cuenta. Entre estos se agrupan las enfermedades crónicas, el tabaquismo, la otosclerosis, la degeneración neurosensorial y la pérdida de la audición sensorial repentina.

Cuando la pérdida de la audición se relaciona estrechamente con el envejecimiento se le conoce como presbiacusia.

¿Qué es la presbiacusia y cuáles son sus síntomas?

El Instituto Nacional de la Sordera y otros trastornos de la comunicación, que es parte de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, afirma que se trata de una afección común entre las personas de edad avanzada y ocurre de manera natural a causa del envejecimiento, una etapa en la que los órganos experimentan ciertos cambios y deterioros.

Aunque la pérdida se presenta gradualmente, explican, es frecuente que afecte a ambos oídos por igual. En ocasiones, esta desmejora en la audición pasa desapercibida hasta que la audición se reduce significativamente.

“Hay muchas causas para este tipo de pérdida de audición. La más común es por los cambios que ocurren en el oído interno al envejecer. También podría ser el resultado de cambios en el oído medio o cambios complejos en las vías nerviosas que van del oído al cerebro”, señalan desde el instituto.

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Por su parte, desde la organización Hear-it, una plataforma creada para generar conciencia acerca de la pérdida de la audición, indica que hay una serie de síntomas a los que se debe prestar atención para identificar la sordera u otros problemas auditivos y tratarlos a tiempo.

Uno de los síntomas más habituales entre los adultos mayores que padecen de sordera es la dificultad para escuchar tonos en altas frecuencias. En este sentido, es común que las personas no perciban sonidos agudos, como las voces femeninas o de los niños. También, pueden tener problemas para identificar el sonido de algunas consonantes como la s, t, k, p, b y f.

Igualmente, puede dejar de notar ciertos sonidos del ambiente que le eran cotidianos, como el canto de las aves o el ruido de los electrodomésticos en el hogar. “Si hace tiempo que no se escuchan estos sonidos, puede que se tenga una pérdida auditiva relacionada con la edad”, indican desde la organización.

Asimismo, aconseja revisar si se presentan otros síntomas, de los que a veces no son conscientes las personas, como el reflejo de pedir que le repitan una frase o la necesidad de subir el volumen de la televisión y otros dispositivos. Entre otros signos de alerta, se listan:

  • Dificultades para escuchar a las personas si le hablan desde atrás
  • Dificultades para comprender las conversaciones telefónicas
  • No oír el timbre de la puerta o el teléfono
  • Escuchar ciertos sonidos demasiado altos
  • Tener pitidos en los oídos (tinnitus)

Lo más preciso es acudir a los profesionales de salud ante la aparición de estos síntomas y evaluar el abordaje más preciso, de acuerdo con las condiciones particulares de salud. Aunque no existe una cura definitiva para esta condición, sí hay alternativas que pueden ayudar a que el paciente escuche mejor y pueda continuar con su vida normal.