El estrés puede definirse como un conjunto de reacciones fisiológicas que se presentan cuando una persona sufre un estado de tensión nerviosa, producto de diversas situaciones que se le pueden presentar en el ámbito laboral o personal.
El exceso de trabajo, la ansiedad, situaciones traumáticas que se hayan vivido, entre otros, pueden ser causantes de esta patología, según información de la compañía prestadora de servicios de salud Sanitas. Esta institución indica que existen varios tipos de estrés: normal, patológico, postraumático y laboral. El normal es aquel en el que las reacciones fisiológicas que se dan en el organismo ante determinadas situaciones no están fuera de lo común.
En el caso del estrés patológico, normalmente se presenta de modo intenso por periodos prolongados y es muy posible que cause problemas físicos y psicológicos, transformándose en crónico y nocivo. Puede desencadenar crisis de llanto, depresión, y diversas afecciones físicas.
Según Sanitas, el postraumático se da luego de que una persona ha vivido algún tipo de suceso aterrador, como un accidente de tránsito o un desastre natural y, el laboral, es el conjunto de reacciones nocivas, emocionales y físicas que se producen cuando las exigencias en el trabajo superan los recursos y las capacidades del trabajador.
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos asegura que las personas responden al estrés de diferentes formas. Por ejemplo, si alguien está estresado durante mucho tiempo, es posible que se enferme con más frecuencia de lo habitual porque se debilita la capacidad de su cuerpo para combatir los gérmenes.
También puede presentar problemas de estómago o dificultad para digerir los alimentos, molestias al dormir, dolores de cabeza y es posible que la persona se sienta triste, enojada o molesta con facilidad.
Cuando el estrés continúa, se pueden registrar problemas más complejos como depresión, ansiedad, enfermedades del corazón, presión arterial alta y diabetes.
Vitaminas
Si bien hay muchas razones que inciden en el estrés, existen algunas vitaminas que pueden ayudar a controlarlo y mejorar el estado de ánimo. Se trata de las del complejo B, que son un grupo de nutrientes solubles en agua que tienen muchas funciones importantes en el cuerpo, según el portal especializado Healthline.
De acuerdo con los expertos, la mayoría de las personas obtienen las cantidades recomendadas de estas vitaminas solo a través de la alimentación, ya que se encuentran en una amplia variedad de alimentos.
Sin embargo, factores como la edad, el embarazo, las opciones dietéticas, las condiciones médicas, la genética, los medicamentos y el consumo de alcohol aumentan la demanda corporal de estas sustancias, por lo que se hace necesaria la ingesta de suplementos.
De acuerdo con Healthline, algunos estudios sugieren que las vitaminas del complejo B pueden levantar el ánimo y mejorar el rendimiento cognitivo.
“Un estudio de 33 días en 215 hombres sanos encontró que el tratamiento con un complejo B en dosis alta y un suplemento mineral mejoró la salud mental general y el estrés, así como el rendimiento en las pruebas cognitivas.”, precisa la mencionada fuente.
Otra investigación realizada en adultos jóvenes mostró que agregar un multivitamínico que contiene altos niveles de vitaminas del complejo B durante 90 días reduce el estrés y la fatiga mental.
De igual forma, los análisis han determinado que si bien los suplementos de vitaminas del complejo B no son una cura para los problemas de salud mental, pueden ayudar a mejorar los síntomas de la depresión o la ansiedad.
Un estudio realizado con 60 adultos que tenían problemas de depresión mostró que, en comparación con un placebo, el tratamiento con una vitamina del complejo B durante 60 días produjo mejoras significativas en los síntomas de depresión y ansiedad. “Cuando se administran en combinación con medicamentos antidepresivos, las vitaminas B también pueden mejorar la respuesta al tratamiento”, concluye Healthline.
Los expertos aseguran que los niveles bajos en la sangre de ciertas vitaminas B, incluyendo la B12, B6 y el ácido fólico, se han relacionado con un mayor riesgo de depresión, por lo que es importante descartar las deficiencias de estos nutrientes si la persona evidencia síntomas relacionados con este padecimiento.
Estas vitaminas se pueden encontrar en alimentos como arroz, producto lácteos, vísceras como el hígado, hortalizas de hoja verde, mariscos y pescados, entre muchos otros.