Comer de manera desbalanceada es uno de los factores determinantes en el desarrollo de enfermedades como obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares, entre otros.

De ahí la importancia de mantener una alimentación equilibrada que contribuya con el correcto funcionamiento del cuerpo y del organismo y que, de paso, permita llevar una vida saludable.

No obstante, muchas veces se confunde la alimentación equilibrada con la dieta, por lo que es necesario entender sus diferencias y cuándo optar por una o por otra.

Alimentarse de forma equilibrada significa que, diariamente, se controla la cantidad de calorías y nutrientes que se consumen, estos se dividen en macronutrientes, es decir, carbohidratos, grasas y proteínas, y micronutrientes, que son las vitaminas y minerales.

Por su parte, la dieta hace referencia a cambios que se realizan en la alimentación debido a situaciones específicas de salud.

De acuerdo con lo anterior, aunque asociar la dieta con una alimentación saludable es muy común, se trata de cosas distintas.

Al respecto, la doctora Sandra Jeaneth Morales, medica nutricionista dietista adscrita a Colsanitas menciona que “cuando las personas deciden por sí solas hacer dieta y eliminan algunos alimentos, sin una necesidad médica de fondo ni asesoría adecuada, es posible que entren en carencias nutricionales.

“Por ejemplo, si un individuo restringe los carbohidratos o las grasas, está excluyendo los dos nutrientes que representan la mayor fuente de energía para el organismo, obligando al cuerpo a buscar la energía en los músculos y ocasionando así, la pérdida de masa muscular”, explica Morales.

En este sentido, la experta brinda siete recomendaciones para que las personas conozcan cómo alimentarse de una manera equilibrada:

  • Eliminar las dietas: A menos de que exista un manejo médico detrás y se cuente con la asesoría de expertos, no restringir el consumo de nutrientes.

Tener en cuenta que las dietas se indican en caso de que una persona sufra alguna condición médica o en situaciones específicas, como por ejemplo, para los deportistas que, al tener un mayor gasto calórico, necesitan una cantidad de nutrientes más alta de lo normal.

  • Consumir los tres grupos de alimentos: Recordar que existen alimentos formadores, que son las proteínas y se encuentran de origen animal y vegetal; reguladores, que son las frutas y verduras; y los energéticos, que son las grasas y los carbohidratos.

En la alimentación diaria estos deben estar presentes en el desayuno, el almuerzo y la cena.

  • Distribuir adecuadamente los nutrientes: Es ideal que en sus comidas principales los plato cuenten con 50 % vegetales, 25 % proteína y 25 % carbohidratos. Entre comidas, consumir vegetales o frutas y evitar los carbohidratos. Asimismo, recordar beber entre 6 y 8 vasos de agua al día.
  • Variar la alimentación: Consumir mínimo cuatro frutas al día, una verdura cruda y una cocida al almuerzo y a la comida, grasas saludables como el aceite de oliva, omega 3 que se encuentra en los pescados y, mínimo, dos veces a la semana incluir proteínas de origen vegetal como fríjoles, lentejas o garbanzos.
  • Evitar el consumo de azúcar: Tener en cuenta que esta puede conllevar a enfermedades como la diabetes, la obesidad, la hipertensión o enfermedades cardiovasculares. Decantarse por el sabor natural de los alimentos.