Cada vez más expertos coinciden en la importancia que tiene el sueño para la salud y el correcto funcionamiento del cuerpo. El monitoreo durante las horas de descanso ha permitido concluir que tanto el sueño profundo como las siestas cortas resultan beneficiosas para mantener buenos niveles de energía y concentración.

Las siestas pueden distinguirse entre dos tipos: las cortas de más o menos 20 minutos y las largas, de entre 60 y 90 minutos. Las siestas largas inducen al sueño profundo o fase REM (también llamada MOR, siglas en español de movimientos oculares rápidos). Este sueño profundo es el mismo tipo de descanso durante el sueño de la noche y por eso otorga los mismos beneficios.

Una investigación acerca del monitoreo del sueño, publicada en la revista The Quarterly Journal of Economics, señala que sobre aquellos participantes que tuvieron la oportunidad de tomar una siesta diaria de media hora, sí se observó una mejora sustancial en la productividad, el bienestar psicológico, las funciones cognitivas y la atención en el trabajo; esto indica que dormir más tiempo no necesariamente está ligado directamente al bienestar como se suele pensar.

Beneficios de tomar una siesta

Facilita el aprendizaje: un estudio de la Universidad de Berkeley (California, EE. UU.) asegura que quienes duermen la siesta rinden más por las tardes e incrementa en un diez por ciento su capacidad de aprendizaje. El sueño, dicen, permite afrontar nuevos conocimientos y fijar los ya adquiridos. Esta sería la razón por la cual el descanso tras el almuerzo aumenta la productividad de los trabajadores.

Aumenta la concentración: una siesta, incluso si es muy corta, contribuye a mejorar cualquier tarea que suponga mayor concentración o memorizar ciertas palabras. En general el descanso del sueño facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo. Durante el sueño, los recuerdos recientes se transfieren del hipocampo al neocórtex, es en este lugar del donde se consolidan los recuerdos.

Mejora los reflejos: un estudio de la NASA a 747 pilotos y astronautas demostró que aquellas personas que dormían una siesta diaria de aproximadamente 26 minutos cometían un 34 % menos errores en el trabajo y duplicaban sus niveles de atención.

Estimula la creatividad: dormir aumenta la capacidad de aprender nuevas habilidades. Un equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown (Washington, EE. UU.) ha comprobado que la siesta estimula la actividad de la zona del cerebro (asociado al hemisferio derecho) que se relaciona con la creatividad.

Fomenta la positividad: las personas que duermen la siesta y pasan por la fase REM o sueño profundo, aumentan su receptividad ante expresiones o gestos de alegría y felicidad, mientras que quienes no lo hacen manifiestan irascibilidad y temor.

Mejora el estado de ánimo: la serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito y la sensación de cansancio y el estado de ánimo.

Previene cardiopatías: la siesta ayudaría a reducir en un 37 % el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, esto debido a que la falta de sueño incrementa el cortisol, la hormona del estrés, y un exceso de esta hormona aumenta la intolerancia, acelera el sistema nervioso central, debilitando el sistema inmunológico y vascular.