La insulina es una hormona producida por el páncreas que ayuda a que la glucosa en la sangre entre a las células de los músculos y el hígado. Esta se usa para adquirir energía. La glucosa proviene de los alimentos que consume una persona. El hígado también produce glucosa cuando el cuerpo lo requiere, por ejemplo cuando una persona está ayunando. La resistencia a la insulina se produce cuando las células de los músculos, grasa e hígado no responden bien a la insulina y no pueden absorber la glucosa de la sangre de manera fácil.

Esta afección generalmente no desencadena ningún síntoma perceptible, lo que hace que algunas personas tengan resistencia a la insulina desde hace ya varios años y no lo sepan. Por eso es importante que el médico esté revisando continuamente los niveles de glucosa en la sangre. La Asociación Americana de Diabetes (ADA) estima que hasta el 50 % de las personas con resistencia a la insulina y prediabetes desarrollarán diabetes tipo 2 si no realizan cambios en su estilo de vida. La resistencia a la insulina también aumenta el riesgo de padecer de sobrepeso, triglicéridos altos y presión arterial elevada.

Algunas personas con resistencia a la insulina también pueden desarrollar una afección cutánea conocida como acantosis nigricans, caracterizada por la aparición de parches oscuros en la parte posterior del cuello, la ingle y las axilas. La pérdida de peso y el ejercicio pueden revertir la insulinorresistencia.

La unión de la insulina (naranja claro) induce cambios estructurales dentro del receptor, que activa una cascada de señales que conduce al transporte de glucosa (amarillo) al interior de la célula a través de las proteínas transportadoras de glucosa (rojo). | Foto: Getty Images

Si se padece de prediabetes, es importante estar en constante comunicación con el médico para controlar diariamente el azúcar y evitar que esta se convierta en una diabetes. Los síntomas clásicos de la diabetes incluyen: sed o hambre extrema incluso después de comer, sensación de hormigueo en manos y pies, sentirse más cansado de lo habitual, infecciones recurrentes, evidencia de análisis de sangre. Si no se padece de algún síntoma claro, la única forma de saber si se tiene resistencia a la insulina, si se padece de diabetes o prediabetes, es por medio de un examen de sangre.

Pruebas para diagnosticar diabetes

Prueba A1C: esta prueba mide el nivel promedio de azúcar en la sangre durante los últimos dos o tres meses. Un A1C por debajo del 5,7 % se considera normal. Un A1C entre 5,7 % y 6,4 % corresponde a un diagnóstico de prediabetes. Un A1C igual o superior al 6,5 % corresponde a un diagnóstico de diabetes.

La resistencia a la insulina se produce cuando las células de los músculos, grasa e hígado no responden bien a la insulina y no pueden absorber la glucosa de la sangre de manera fácil. | Foto: Getty Images

Prueba de glucosa en ayunas: esta reflejará los niveles de azúcar en la sangre cuando no se ha comido. Para realizarse el examen se debe haber estado totalmente en ayunas por lo menor durante 8 horas. Un nivel alto de azúcar puede requerir una segunda prueba. Si ambas pruebas muestran niveles elevados de azúcar en la sangre el médico podrá determinar si se padece de prediabetes o diabetes. Los niveles de azúcar en la sangre en ayunas por debajo de 100 miligramos/decilitros (mg/dL) se consideran normales. Los niveles entre 100 mg/dL y 125 mg/dL indican prediabetes. Los niveles iguales o superiores a 126 mg/dL corresponden a un diagnóstico de diabetes.

Prueba de tolerancia a la glucosa: el nivel de glucosa en la sangre se determinará por medio de una prueba de sangre que extraerán al inicio de la prueba, para luego recibir una bebida azucarada que se debe ingerir. Luego de dos horas de haber bebido el líquido, se tomará otra prueba de sangre. Un nivel de azúcar en la sangre después de dos horas de menos de 140 mg/dL se considera normal. Un resultado entre 140 mg/dL y 199 mg/dL se considera prediabetes, y un nivel de azúcar en la sangre de 200 mg/dL o más se considera diabetes.