Actualmente, el planeta está siendo testigo de una ola de calor sin precedentes. Si bien las temperaturas no han llegado a niveles extremos, las condiciones ambientales han hecho que la gente no se aguante el calor tan impresionante.
Las temperaturas altas son un riesgo para el bienestar de la población, debido a que al ser excesivas son el detonante para la aparición de complicaciones, entre las cuales están las relacionadas con la salud cardiovascular.
Desde hace varios meses el planeta está viviendo una auténtica ola de calor, la cual ha estado afectando a cientos de países. Esta situación responde a los efectos ocasionados por el cambio climático, por lo que las autoridades sanitarias se han puesto a la tarea de encontrar las mejores recomendaciones para mitigar los efectos negativos del ambiente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que durante el verano de 2022, aproximadamente 61.000 ciudadanos fallecieron en 35 países europeos a causa de consecuencias del calor, siendo uno de los períodos con mayores temperaturas nunca antes registradas en la historia. Bajo ese contexto, la entidad espera que para este año los efectos sean menores en la estadística.
Sudamérica ha sido de las regiones menos afectadas por este fenómeno, siendo el hemisferio norte el lugar con más reportes de ola de calor, especialmente en Europa y el norte de África. Este fenómeno no ha pasado desapercibido por la ciencia y un reciente grupo de investigadores se puso en la tarea de visibilizar los riesgos que acarrea la ola de calor.
El trabajo Inicio de la deriva cardiovascular durante el estrés por calor progresivo en adultos jóvenes (proyecto PSU HEAT) fue realizado por expertos de Journal of Applied Physiology. A partir de la situación actual de índole ambiental, descubrieron que la ola de calor influye negativamente en la salud cardiovascular de las personas.
Con el cambio climático, los seres humanos corren un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad relacionadas con el calor, a menudo secundarias al aumento de la tensión cardiovascular asociada con una temperatura central elevada. Adicionalmente, los investigadores aseguraron que cuando el corazón se expone prolongadamente al calor genera que sea propenso a patologías.
Para dar con esta conclusión, los expertos tomaron como muestra a 51 participantes jóvenes con estilos de vida saludables. Ellos fueron dispuestos a actividad física monitoreada en una cámara ambiental, donde aumentaban la temperatura cada cinco minutos. El monitoreo ayudó a ver en tiempo real el estado de sus órganos internos a medida que realizaban el ejercicio.
Por cada vez que sus cuerpos se calentaban, la frecuencia cardíaca de los participantes se aumentó y luego se estabilizó. Es decir, el ritmo arterial empezó a representar un estado de montaña rusa, subiendo y bajando esporádicamente a medida que el calor aumentaba.
En ese orden de ideas, las condiciones húmedas ocasionadas por la temperatura generaron que la tensión cardiovascular aumentara drásticamente para luego caer hasta la normalidad. Este escenario se dio desde que la cámara alcanzó los 41 °C.
Los investigadores indicaron que un desequilibrio de esta forma no es para nada positivo para el cuerpo, debido a que la circulación de la sangre termina siendo volátil. Un aumento así junto a un retorno tan rápido implica una inestabilidad no apta para las personas, siendo ocasionada entonces por la temperatura del ambiente.
Por otro lado, los expertos encontraron que el calor también afecta el movimiento de las personas. Así como la presión cardíaca, el ejercicio tuvo modificaciones a medida que se aumentaba la temperatura, lo cual generó que realizar la rutina costara más y los participantes requieran bajar el ritmo.
Esto indica que si una persona está descansando y está al sol –en la playa, por ejemplo–, la frecuencia cardíaca seguirá aumentando. Cuando la temperatura se incrementa, el cuerpo humano normalmente activa dos mecanismos principales para regular la temperatura central: la sudoración y el aumento del flujo de sangre desde el centro hacia la piel.
Si bien los investigadores no pueden cambiar las condiciones ambientales, recomiendan que en plena ola de calor, las personas tomen medidas pertinentes para no ver afectada su salud.