El cerebro es uno de los órganos más importantes para el cuerpo humano. Es considerado como el centro de mando de todo el organismo. Para que funcione óptimamente requiere de suministro constante de oxígeno y nutrientes.
“El cerebro se ve muy afectado por la falta de oxígeno. Las células que lo componen comienzan su proceso de muerte, conocido como infarto cerebral, cuando apenas han pasado cinco minutos sin oxígeno. Esto demuestra la relevancia que puede tener un episodio de hipoxia cerebral”, indica Mejor con Salud.
Cuando no llega oxígeno al cerebro es porque ocurre una hipoxia cerebral. De acuerdo con Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, existen diferentes factores que pueden causar esto.
En la hipoxia cerebral, en ocasiones solo se interrumpe el suministro de oxígeno. Esto puede ser causado por:
- Inhalar humo.
- Intoxicación con monóxido de carbono.
- Asfixia.
- Enfermedades que impiden el movimiento (parálisis) de los músculos de la respiración, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
- Grandes alturas.
- Presión (compresión) sobre la tráquea.
- Sofocamiento.
- Paro cardíaco.
- Arritmia cardíaca.
- Complicaciones de anestesia general.
- Ahogamiento.
- Sobredosis de drogas.
- Lesiones a un recién nacido que ocurrieron antes, durante o poco después de nacer, como parálisis cerebral.
- Accidente cerebrovascular.
- Presión arterial muy baja.
Es importante prestar atención a los síntomas. En caso de identificarlos se debe acudir inmediatamente a un centro médico para recibir la atención adecuada y evitar complicaciones de salud. “Cuanto más dure una persona inconsciente, mayores las probabilidades de muerte o muerte cerebral y menores las de una recuperación significativa. Durante la recuperación pueden aparecer anomalías psicológicas y neurológicas como la amnesia, una regresión de la personalidad, alucinaciones, pérdida de memoria y espasmos y temblores musculares que persisten y luego desaparecen”, detalla el Instituto Nacional de Trastornos neurológicos y accidentes cerebrovasculares de Estados Unidos.
Los síntomas de la hipoxia cerebral pueden variar dependiendo de la gravedad. Cuando es leve puede manifestarse:
- Cambio en la atención (distracción).
- Movimientos descoordinados.
Cuando es grave:
- Estado de inconsciencia y falta de reacción total (coma).
- Ausencia de la respiración.
- Ausencia de respuesta de la pupila del ojo a la luz.
Accidente cerebrovascular
Según indica Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, si el accidente cerebrovascular ocurre por sangrado en el cerebro, el síntoma principal es un dolor de cabeza el cual comienza repentinamente, es intenso, empeora al acostarse boca arriba, despierta a la persona si está dormida o el dolor empeora al agacharse.
En algunos casos la persona puede no darse cuenta de que sufrió de esta afección. Según la gravedad del accidente cerebrovascular los síntomas también pueden ser:
- Cambio en la lucidez mental (incluso, somnolencia, pérdida del conocimiento y coma).
- Cambios en la audición o en el sentido del gusto.
- Cambios que afectan el tacto y la capacidad de sentir dolor, presión o temperaturas diferentes.
- Confusión o pérdida de memoria.
- Dificultad para deglutir.
- Dificultad para leer o escribir.
- Mareos o sensación anormal de movimiento (vértigo).
- Problemas con la vista, como disminución de la visión, visión doble o ceguera total.
- Falta de control de esfínteres.
- Pérdida del equilibrio o coordinación, o problemas para caminar.
- Debilidad muscular en la cara, el brazo o la pierna (por lo regular solo en un lado).
- Entumecimiento u hormigueo en un lado del cuerpo.
- Cambios emocionales, de personalidad o de estado de ánimo.
La Organización Mundial de la Salud muestra preocupación por las cifras de muertes por esta afección, relacionadas directamente con el trabajo. “Las jornadas laborales prolongadas provocaron 745.000 defunciones por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica en 2016, una cifra un 29 % superior a la de 2000. Este dato procede de las estimaciones más recientes realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).