Se les llama trastornos circulatorios vertebrobasilares a aquellas afecciones en las que “se encuentra interrumpido el riego sanguíneo a la parte posterior del cerebro”, explica MedlinePlus, un servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

“Dos arterias vertebrales se unen para formar la arteria basilar. Estos son los principales vasos sanguíneos que le suministran circulación a la parte posterior del cerebro. Las zonas en la parte posterior del cerebro que reciben sangre de estas arterias son necesarias para mantener viva a una persona”, explica MedlinePlus. Las zonas en mención son las encargadas de controlar la respiración, la frecuencia cardíaca, la deglución, la visión, el movimiento y la postura o el equilibrio.

“Todas las señales del sistema nervioso provenientes de otras partes del cerebro que se dirigen al resto del cuerpo, y las señales que van del cuerpo de vuelta al cerebro, pasan por la parte posterior del cerebro”, añade.

En ese sentido, reseña que distintas afecciones pueden provocar que se reduzca o se interrumpa el flujo sanguíneo en la parte posterior del cerebro. Sin embargo, hay factores de riesgo que pueden incrementar la posibilidad de que ocurra esto, tales como: el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes y los niveles de colesterol altos. “Estos son similares a los factores de riesgo para cualquier accidente cerebrovascular”, añade la entidad.

Ruptura en la pared de una arteria; coágulos de sangre del corazón que viajan a las arterias vertebrobasilares y provocan un accidente cerebrovascular; inflamación de los vasos sanguíneos; enfermedades del tejido conectivo; problemas en las vértebras del cuello y presión externa de las arterias vertebrobasilares, como la presión provocada por los lavabos en los salones de belleza son otras causas que pueden provocar trastornos circulatorios vertebrobasilares.

Sobre los síntomas que puede incluir la mala circulación en el cerebro, el servicio de la biblioteca estadounidense recoge los siguientes: dificultad para pronunciar palabras; dificultad para tragar; visión doble o pérdida de la visión; vértigo (sensación de que las cosas giran alrededor); entumecimiento u hormigueo casi siempre en la cara o el cuero cabelludo; caídas repentinas (ataques por caídas) y pérdida de la memoria.

Añade que otros signos y síntomas pueden incluir: problemas con el control de esfínteres; dificultad para caminar (marcha inestable); dolor de cabeza y de cuello; pérdida de la audición; debilidad muscular; náuseas y vómitos; dolor en una o más partes del cuerpo, que empeora con el contacto y las temperaturas bajas; falta de coordinación; somnolencia o sueño del cual la persona no se puede despertar; movimientos súbitos y descoordinados y sudoración en la cara, los brazos y las piernas.

En lo que refiere a su tratamiento, MedlinePlus deja en claro que es similar al que se maneja con un accidente cerebrovascular. Advierte que aquellos síntomas vertebrobasilares que aparecen de forma súbita requieren de una atención médica inmediata.

La dieta que contribuye en la salud del cerebro

“La investigación ya arrojó resultados: se ha demostrado que comer ciertos alimentos (y evitar otros) retrasa el envejecimiento cerebral en 7,5 años, y disminuye las probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer”, adelanta Mayo Clinic sobre la dieta MIND.

De acuerdo con la entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, los investigadores universitarios desarrollaron la dieta MIND con el objetivo de concentrarse en los alimentos que intervienen en la salud cerebral.

La ingesta de verduras es una de las características principales de la dieta MIND. Los investigadores descubrieron que las hojas verdes como la col rizada, el repollo, la espinaca y la lechuga, “reducen específicamente el riesgo de padecer demencia y deterioro cognitivo”, destaca Mayo Clinic. Asimismo, esta dieta sugiere la ingesta de bayas, la clave estaría en los altos niveles de flavonoides que contienen estos frutos. El consumo de nueces, aceite de oliva, fríjoles, lentejas, soja y pescado también forman parte de la dieta MIND, para conocer más sobre esta dieta, dar clic aquí.