La insulina, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una hormona que regula la concentración de glucosa en la sangre, es decir, la glucemia. Así mismo, es una hormona que produce el páncreas, cuya función principal es permitir que las células absorban y utilicen la glucosa en el cuerpo.

En las personas con resistencia a la insulina, las células no pueden usarla de manera efectiva, corriendo el riesgo de sufrir de diabetes.

En ese sentido, la resistencia a la insulina se produce cuando las células de los músculos, grasa e hígado no responden bien a la insulina y no pueden absorber la glucosa de la sangre fácilmente, de acuerdo con el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales que hace parte de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.

También explicó que como resultado, el páncreas produce más insulina para ayudar a que la glucosa entre a las células y mientras el páncreas pueda producir suficiente insulina para superar la débil respuesta de las células a la insulina, los niveles de glucosa en la sangre se mantendrán en un rango saludable.

Asimismo, las personas que tienen factores de riesgo que son genéticos o de estilo de vida tienen más probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina o prediabetes y los factores de riesgo incluyen:

  • Sobrepeso u obesidad.
  • Edad de 45 años o mayor.
  • Un padre/madre, hermano o hermana con diabetes.
  • Pertenecer a uno de los siguientes grupos étnicos: afroamericano, nativo de Alaska, indio americano, asiático americano, hispano/latino, nativo de Hawaii o americano de las islas del Pacífico.
  • Inactividad física.
  • Condiciones de salud tales como presión arterial alta y niveles anormales de colesterol.
  • Un historial de diabetes gestacional.
  • Un historial de enfermedad cardíaca o accidentes cerebrovasculares.
  • Síndrome de ovario poliquístico, también llamado SOP.

No obstante, el Instituto reveló que los investigadores no entienden completamente qué causa la resistencia a la insulina.

Sobre la misma línea, señaló que las personas que tienen resistencia a la insulina no presentan síntomas y que la forma de detectarlo es a través de una prueba de sangre. Sin embargo, el portal Top Doctors, explicó que los síntomas ocurren tarde como consecuencia de los altos niveles de glucosa en sangre y que podría generar: hambre extrema o incluso hambre después de comer, hormigueo en las manos y pies, cansancio, infecciones recurrentes, dificultad para concentrarse, hipertensión arterial, niveles altos de colesterol o aumento de peso, especialmente en el abdomen.

Por tal razón, la forma de prevenir la resistencia la insulina es la actividad física y perder peso, si es necesario. Además, comer alimentos más saludables.

Por su parte, para mantener unos niveles adecuados de glucosa hay que incluir alimentos con fibra, ya que estos ayudan a mantener un peso saludable y reducir el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer.

Algunos alimentos recomendados son: el arroz integral, la avena en copos, el trigo integral y derivados u otros cereales como mijo, espelta, cebada, centeno.

También es recomendable consumir legumbres, pues son un alimento de bajo índice glucémico. Los frijoles secos, lentejas y guisantes son los tipos de legumbres más comúnmente conocidos y consumidos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Otra recomendación para controlar la glucosa en la sangre es consumir frutas y verduras, porque por su alto contenido de micronutrientes (vitaminas, minerales y fibra) tiene varios beneficios como la reducción de los niveles de colesterol, mejoran el tránsito intestinal (evitan el estreñimiento), disminuyen los niveles de azúcar en la sangre, contribuyen a la eliminación de toxinas, entre otros.

De acuerdo con el Grupo Sanitas de España, lo recomendable es que la glucemia se mida al levantarse por la mañana y antes del desayuno, y se considera normal si los niveles de glucosa se sitúan entre los 70 y 100 mg/dl en ayunas y en menos de 140 mg/dl dos horas después de cada comida.

Cuando el metabolismo de la insulina no funciona correctamente, las células de los tejidos dejan de asimilar correctamente la glucosa y esta se acumula en la sangre. La voz de alarma debe saltar cuando los niveles de glucosa en sangre estando en ayunas se sitúan entre 100 y 125 mg/dl y después de comer entre los 140 y los 199 mg/dl.