En latín, la palabra ego significa ‘yo’, mientras que en la psicología dicho término suele utilizarse para definir una instancia psíquica que permite que una persona se reconozca a sí misma y a su propia personalidad.

En este plano, suele asociarse al ego con características narcisistas propias de alguien extremadamente seguro y, en muchos casos, con rasgos de megalomanía. Pero, al contrario de eso, los individuos con un ego muy alto por lo general sufren de una baja autoestima y tienen serias inseguridades.

El ego es parte central de la consciencia humana, pero cuando se exterioriza de forma constante y persistente, puede afectar la convivencia con los demás, detalló el psicólogo Rodrigo Moneste.

En tanto, el psicoanálisis freudiano detalla que para saber definir al ego se deben tener en cuenta el ‘yo’ y el ‘ello’. “El ello está compuesto por los deseos y los impulsos. El superyó (superego), en cambio, está formado por la moral y las reglas que un sujeto respeta en la sociedad. El yo (ego), por último, es el equilibrio que permite que el hombre pueda satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales”, indicó el diario El Clarín.

Sin embargo, y contrario a lo que muchos piensan, el ego no se traduce por defecto en algo malo. De hecho, es razonable convivir con una cantidad de ego controlada. Los problemas ocurren cuando se desborda y empieza a producir sufrimiento en las personas.

“El ego es insaciable. Por eso las personas egocéntricas suelen esforzarse al máximo para llevarlos a que reaccionen; pero hay un punto en que acarrea castigo o culpabilidad, según Freud”, explicó El Clarín.

Cuando el ego es problemático se recomienda asistir a terapias psicológicas para manejarlo y vivir en armonía. “Las búsquedas de caminos de autodesarrollo personal, la meditación y la quietud, el trabajo interior intenso o los distintos encuadres de la terapia conducen a un redescubrimiento del Ser”, puntualizó el medio argentino.

Para saber cómo abordar estos problemas es pertinente definir cuáles son los tipos de ego más predominantes.

Las personas con ‘ego sabelotodo’ se caracterizan por creer que siempre tienen la razón y es común que estos individuos ofrezcan consejos que no son pedidos. También asumen que tienen una respuesta para todo.

Por otra parte, está el ‘ego insaciable’ que siempre busca ser el centro de atención cuando está rodeado de personas. El ‘ego interruptor’, en tanto, hace que quienes lo tienen interfieran en conversaciones ajenas. Finalmente está el ‘ego envidioso’, que se caracteriza por no soportar el éxito o los logros de los demás.

Otras de las formas de minimizar el ego es escuchar antes de responder, meditar y elegir espacios al día con silencio. No sacar conclusiones apresuradas en la vida cotidiana y eliminar del vocabulario la palabra “yo” cuando se está en una conversación también es favorable.