Henry Miller, un joven de 19 años de la ciudad de Bristol, Reino Unido, fue hallado muerto este fin de semana en Colombia. Su cuerpo yacía a la vera de una carretera en la remota localidad amazónica de Mocoa, cerca de la frontera con Ecuador. Miller falleció tras consumir una infusión de ayahuasca -también conocida como yagé- durante un ritual chamánico en la selva. Aunque las autoridades colombianas aún no determinaron definitivamente las causas de su muerte, se cree que el joven desarrolló una reacción negativa al brebaje. Su historia es sin duda trágica, pero ¿es realmente peligroso ingerir esta infusión utilizada durante siglos por comunidades indígenas en América del sur con fines curativos y espirituales? ¿Y cuáles son sus efectos? "Esta infusión está hecha con dos plantas medicinales que contienen la sustancia química psicodélica dimetiltriptamina (DMT)", le explicó a la BBC Vaughan Bell, psicólogo del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres. "Yo la he tomado y, en esencia, no es muy diferente, según dicen, de los hongos mágicos o del ácido lisérgico (LSD). Aumenta la intensidad de los colores y hace que todo se vea extraño e inusual", dice. "Es una experiencia que invita a la reflexión pero también te hace vomitar descontroladamente por cuatro o cinco horas, así que no creo que sea la droga recreativa que la mayoría de la gente quiera tomar", añade. "Sin quitarle la gravedad a lo ocurrido con el joven británico, hay que decir que los estudios muestran que esta droga parece ser razonablemente segura. Los peligros son las reacciones idiosincráticas -que están asociados a cualquier droga o medicación- o los accidentes que pueden ocurrir por estar intoxicado", explica Bell. Una reacción idiosincrática es una reacción adversa determinada genéticamente que algunas personas pueden presentar ante un fármaco o una droga. Idea romántica En opinión de Benedict Allen, autor y explorador británico, hay otros dos problemas asociados al consumo del yagé: "Los chamanes y el hecho del que este procedimiento no está regulado de ninguna forma". "Lo que ocurre generalmente es que llega un mochilero y ve un cartel que invita a tomar ayahuasca, a ver las cataratas, a pasar una jornada entretenida visitando una comunidad indígena, y decide ir con su mochila, solo, y así es como toma el brebaje, cuya preparación tampoco está regulada", señala Allen. "Y el chamán, ¿quién es? ¿Es un verdadero chamán o es alguien que quiso ganarse US$20 y decidió que una manera fácil era usando a un joven e inocente mochilero?", agrega. "O quizá no es el chamán el que está haciendo dinero sino el intermediario, que habla español y tal vez un poco de inglés, y es el que lleva al joven al medio de la selva". El problema, según Allen, es que muchos han visto esta ceremonia en algún programa de televisión y se hacen una idea romántica de la situación, que esperan les aporte claridad y entretenimiento. "Lo complicado es que estas sustancias se toman -originalmente- en el contexto de un ritual y los occidentales se aproximan sin ese conocimiento", sostiene Allen. Decisión informada Para el psicólogo Bell, es importante no exagerar la dimensión del problema, decir que hay una industria alrededor de esta clase de experiencia para los turistas occidentales "es un poco una exageración". "No es una gran atracción turística. Ciertamente, atrae a los más aventureros y a la gente que está buscando (esta experiencia)", añade. Y a la hora de emitir un juicio sobre si es mejor evitar esta clase de aventura, Bell es categórico. "No. Le diría a la gente que se informe sobre los riesgos, que tome conciencia de ellos y que tome sus propias decisiones".