Sentir un párpado o una parte del cuerpo que salta o se mueve sin control es una situación que por lo general pasa desapercibida y que, en la mayoría de los casos, se controla sin que sea necesario que se haga algo al respecto. Esto, que habitualmente se conoce como un tic, en realidad se llama fasciculaciones, es decir, contracciones menores e involuntarias de músculos que necesitan descanso.

Los tics, por su parte, son afecciones neurológicas y neuropsiquiátricas que pueden manifestarse con movimientos mayores espontáneos o, incluso, ruidos sin que haya una causa clara. Y a pesar de que podría tratarse de una molestia menor que no influye en el desarrollo de las actividades diarias, puede haber casos con niveles altos de intensidad que se convierten en incapacitantes. Un ejemplo de estos es el síndrome de Gilles de la Tourette o síndrome de Tourette.

Los casos menos severos de estos movimientos involuntarios se catalogan como síndrome de tic transitorio, y aunque suelen ser muy molestos, también se caracterizan por ser breves y tener una corta duración. Sin embargo, es necesario entender las señales de alerta que podrían indicar que sucede algo más que un simple tic.

El doctor Christian Muñoz Farías, médico psiquiatra infantil y de adolescentes adscrito a Colsanitas, afirmó que “lo más importante es que las personas sepan qué son los tics y que estos desórdenes existen, porque hay muchos adultos, pero sobre todo jóvenes y niños, que por ese desconocimiento cargan con estigmas que lastiman mucho su autoestima. Y para actuar a tiempo, lo primero es no juzgar, sino comprender”.

Al respecto, el especialista explica:

  • Los tics no son cualquier movimiento involuntario: Al sentir que un músculo salta de repente, en realidad se trata de espasmos que, en la mayoría de los casos, suele ser por cansancio. Con reposo y descanso este desaparecerá.
  • En muchos casos los tics se pueden controlar: Aunque se trata de movimientos o acciones involuntarias, algunas personas logran moderarlos y pueden desaparecer con el tiempo sin deteriorar la calidad de vida y sus actividades cotidianas. Sin embargo, en otros casos, sí pueden convertirse en un verdadero problema para quien los padece.
  • Es necesario prestar atención a los síndromes de tics en la infancia: Ante la aparición de estas acciones involuntarias se debe acudir al pediatra quien, de acuerdo con su examen y revisión de historial familiar, puede remitir al menor a un psiquiatra, un psicólogo o un neuropediatra para revisar de forma especializada si esta condición está asociada con alguna patología mayor.