“Los lunares son un tipo frecuente de crecimiento en la piel”, adelanta Mayo Clinic. Explica que estos suelen aparecer “como pequeños puntos marrones oscuros y son causados por grupos de células pigmentadas”, siendo la niñez y la adolescencia las etapas de la vida en las que es más frecuente que aparezcan.

La entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación describe que una persona, por lo general, tiene entre diez y cuarenta lunares y algunos de ellos pueden cambiar de aspecto con el paso de los años, así como también pueden desaparecer.

El lunar más común es una mancha marrón, aunque pueden tener diversas formas, tamaños y colores, así los describe Mayo Clinic:

  • Color y textura: los lunares pueden ser marrones, color canela, negros, rojos, azules o rosados. Pueden ser suaves, arrugados, planos o tener relieve. Les puede crecer vello.
  • Forma: la mayoría de los lunares son ovalados o redondos.

Señala que se trata de crecimientos en la piel que pueden surgir en cualquier parte del cuerpo “como el cuero cabelludo, las axilas, debajo de las uñas y entre los dedos de las manos y de los pies”. Agrega que la mayoría de lunares se forman antes de los 50 años y que los cambios hormonales de la adolescencia y el embarazo pueden hacer que los lunares se vuelvan más oscuros y más grandes.

“La mayoría de los lunares son inocuos. En raros casos, se vuelven cancerosos. Controlar los lunares y otras manchas pigmentadas es un paso importante para detectar el cáncer de piel, especialmente el melanoma maligno”, advierte la entidad.

El término médico para los lunares es nevos. De acuerdo con la doctora Pilar de la Sotta, dermatóloga de Clínica Universidad de los Andes de Chile, hay cinco señales que se deben tener presentes en torno a los lunares y sus características físicas, pues pueden indicar sobre la presencia de un lunar que sea cancerígeno, descritas por la galena a continuación:

  • Asimetría: se considera un lunar asimétrico cuando la mitad de este no coincide con la otra mitad. Si se trazara una línea imaginaria por el medio, se distinguiría una diferencia notoria.
  • Color: la tonalidad no es uniforme e incluye sombras de diferentes matices, como rojas, negras o marrones.
  • Diámetro: cuando un lunar sobrepasa los seis milímetros de diámetro debe estar en observación, aunque no siempre los lunares malignos son tan grandes.

La doctora de la Sotta afirma que, además de los lunares, “hay que poner atención en cualquier herida que no sane en un tiempo prudente, lesiones con costras persistentes o que presenten un crecimiento progresivo, ya que pueden ser indicativos de la presencia de otros tipos de cáncer de piel menos agresivos, pero más frecuentes que el melanoma”.

La Clínica Dávila de Chile advierte que entre más lunares tengan las personas, existe un mayor riesgo de que se conviertan en malignos y lleguen a padecer de melanomas. Afirma que los melanomas son el tipo de cáncer de piel más grave que existe: “Pese a que los lunares comunes no son cancerosos, los riesgos existen, especialmente para una persona con demasiadas manchas en la piel y de tez muy blanca”.

En ese sentido, la doctora Daniela Saavedra, dermatóloga y especialista de Clínica Dávila, advierte que “es importante, a veces sobre todo en pieles muy blancas, las personas rubias, que se controlen, porque esas son las pieles que tienen mayor riesgo de tener un melanoma”.

“Ojo también las personas que han tenido insolación cuando son chicos o muy jóvenes, que han quedados rojos cuando van a la playa, que han tenido ampollas, todas esas personas deberían tener evaluación por dermatólogo”, agregó la especialista.

Los expertos en la materia recomiendan visitar al dermatólogo una vez al año para tener control sobre estos crecimientos en la piel.