Un informe reveló cómo debe ser el consumo de cafeína por parte de una persona embarazada. La investigación señala si efectivamente este producto tiene incidencia en abortos espontáneos o partos prematuros.
La investigación Moderate Caffeine Consumption During Pregnancy, realizada por el American College of Obstetricians and Gynecologists, comprobó que el consumo moderado de cafeína no parece ser un factor con relevancia ante un posible aborto espontáneo o parto prematuro. Para dar con los resultados, el cuerpo de científicos analizó a varias mujeres en periodo de gestación que consumieron café durante esta etapa.
En promedio, las embarazas ingirieron media taza de café al día. El primer gran resultado fue que sus bebés nacieron un poco más pequeños de tamaño, pero sin complicaciones de gravedad. Los investigadores descubrieron que las reducciones correspondieron a una baja en el índice de masa muscular, ocasionada directamente por la cafeína (200 miligramos al día).
La hipótesis inicial era que la cafeína atravesaba la placenta y consecuentemente aumentaba los niveles de catecolaminas maternas, por lo que tendría relación con el desarrollo de abortos espontáneos. No obstante, los investigadores señalaron que los resultados no terminan de ser completamente dicientes frente a este aspecto, lo cual genera que no haya una verdadera incidencia cuando el consumo es regulado.
En su totalidad, fueron analizadas como muestra más de 2.000 mujeres en estado de embarazo. Sin embargo, se encontró que las personas que consumían en exceso cafeína, es decir, niveles considerablemente superiores a los 200 miligramos diarios, sí tuvieron pérdidas antes de las 20 semanas de gestación. La cafeína influyó en menor medida con una leve incidencia cuando se consumió en niveles no recomendados. En realidad, hubo otros factores que influyeron mayormente en esta situación, como malos hábitos y patologías.
Si bien la cafeína atraviesa la placenta, sus moléculas no provocaron disminución en el flujo sanguíneo uterino ni de la oxigenación fetal. El resultado fue la restricción del crecimiento intrauterino (RCIU), generando que los bebés nacieran más pequeños que los de las mujeres que no consumían café.
Para tener en cuenta otras variables, las pacientes proporcionaron muestras de sangre paulatinamente para evidenciar el comportamiento de la sangre con la cafeína. En adición, también informaron si consumían frecuentemente otras bebidas aparte del café, tales como café, té, gaseosas y energizantes.
De todas las mujeres estudiadas, el 13% experimentó esta situación. Por lo tanto, el consumo moderado de cafeína (menos a 200 miligramos al día) no influyó en complicaciones durante la gestación.
En comparación con los bebés nacidos de mujeres con niveles nulos o mínimos de cafeína en sangre, los bebés nacidos de mujeres que tuvieron los más altos niveles de cafeína en sangre al momento de la inscripción, tuvieron 84 gramos menos de peso promedio al nacer (alrededor de 3 onzas), midieron 0.44 centímetros menos (alrededor de 0.17 pulgadas) y tuvieron perímetros cefálicos 0.28 centímetros más pequeños (alrededor de 0.11 pulgadas).
Los investigadores consideran que la cafeína podría alterar potencialmente las hormonas del estrés del feto, lo que pone en riesgo a los bebés de un aumento de peso repentino después de nacer y de una futura obesidad, enfermedad cardíaca y diabetes. Sin embargo, declararon que no es verdad que la cafeína represente un riesgo mortal para los bebés. Lo que sí genera esto son malos hábitos y enfermedades de la madre. Aunque la recomendación es no excederse con la cafeína, debido a que puede ocasionar patologías.