La siesta es una costumbre muy común en varios países, pero, ¿qué tanto se debe dormir para que el sueño sea reparador y las personas puedan permanecer activas?
Esto es precisamente lo que quiso descubrir un estudio realizado por la NASA y, para eso, tomó como base a un grupo de pilotos españoles, quienes tomaban una siesta en sus cabinas para seguir trabajando de forma activa en vuelos largos.
¿En qué consistió el estudio de la NASA?
De acuerdo con lo que registra el portal Muy Interesante, el estudio contó con la participación de 21 miembros de una tripulación de vuelo. Doce de ellos fueron asignados al grupo de descanso (Rest Group) y nueve al grupo sin descanso (No-Rest Group).
Durante un vuelo de trayecto largo se le permitió al primer grupo tener un periodo de descanso planificado de 40 minutos, durante la fase de crucero de baja carga de trabajo, mientras que el otro grupo mantuvo sus actividades de vuelo habituales durante un total de 40 minutos.
Tanto para el primer como para el segundo grupo, se les aplicaron unas medidas para evaluar su rendimiento, las cuales incluyeron: registros ambulatorios continuos de la actividad de ondas cerebrales y movimientos oculares; una tarea de reacción/vigilancia; un monitor de actividad de muñeca; calificaciones de fatiga y vigilia en vuelo y un registro diario para anotar períodos de sueño, comidas, ejercicio, períodos de vuelo y de servicio, entre otros.
“Los pilotos del grupo de descanso durmieron en un 93 por ciento de las oportunidades, quedándose dormidos en 5.6 minutos y durmiendo durante 25.8 minutos”, afirmaron los investigadores, teniendo en cuenta los resultados obtenidos durante el estudio.
Los resultados del estudio hablan por sí solos
Una siesta corta, pero efectiva, mejora la alerta y el rendimiento de los pilotos durante vuelos de larga distancia.
La siesta no solo mejoró la alerta fisiológica y el rendimiento de los pilotos, sino que también proporcionó beneficios específicos durante las fases críticas del vuelo.
De acuerdo a lo que se explica en el portal mencionado, una siesta programada podría ser especialmente beneficiosa para mantener la concentración y la precisión durante momentos clave.
Además, los científicos dedujeron que la siesta no influyó de manera negativa en el sueño nocturno habitual y puede proporcionar beneficios adicionales sin causar trastornos en el ciclo de sueño.
De acuerdo con los autores de este trabajo, las siestas programadas podrían integrarse de manera efectiva en entornos de trabajo críticos sin comprometer la seguridad o la eficiencia operativa.
Pero este no ha sido el único estudio que se ha hecho con respecto a los beneficios de tomar una siesta. Michael Chee, investigador del Centro del Sueño y la Cognición de la Universidad Nacional de Singapur, destaca los beneficios cognitivos de una siesta breve:
“Incluso una siesta corta de 10 minutos te refrescará”, afirma. “Si duermes un poco más, los beneficios cognitivos también duran un poco más”, y por eso media hora, más o menos, se puede considerar una buena siesta, añade.
Sin embargo, un estudio liderado por la fisióloga Marta Garaulet, de la Universidad de Murcia, encontró que las siestas de más de 30 minutos estaban asociadas con un mayor riesgo de obesidad y otros problemas de salud.
Según expertos, las siestas largas también pueden indicar problemas de salud subyacentes, como alzhéimer o inflamación cerebral, por lo que se cree que lo mejor es tomar una siesta de entre 20 y 30 minutos.