Es normal sentir cansancio o fatiga cuando se desarrollan actividades de alto impacto; sin embargo, cuando este síntoma persiste sin hacer ningún tipo de esfuerzo y se convierte en un agotamiento extremo, puede ser una alerta de que el cuerpo no está bien.
De acuerdo con American Cancer Society, las personas que presentan este tipo de cansancio también pueden desarrollar debilidad, un síntoma que ocurre cuando se diminuye la fuerza y se necesita un esfuerzo adicional para mover cierta parte del cuerpo. Esto se debe a la pérdida de fuerza muscular y suele ser un signo muy frecuente en paciente con cáncer.
Entre tanto, la combinación de cansancio y debilidad muscular induce a una grave enfermedad cuando estos síntomas son latentes. Se trata de la anemia, una afección que se desarrolla cuando no hay suficientes glóbulos rojos sanos para transportar el oxígeno a través del cuerpo. Si bien, hay varios tipos de anemia, los dos más comunes son por deficiencia de vitaminas y por deficiencia de hierro.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, Medline Plus, la anemia por deficiencia de hierro es la afección más común, pues impide el crecimiento del desarrollo normal de los niños debido a la escasez de hierro en el cuerpo. Como tal, la médula ósea necesita hierro para producir más hemoglobina para la producción de los glóbulos rojos.
En el caso de los adultos, la anemia tiene como principal consecuencia la disminución de la capacidad de hacer cualquier actividad que requiera un esfuerzo físico, por lo cual se produce debilidad y fatiga en todo el organismo.
La anemia por deficiencia de vitamina se da porque algunas personas que consumen suficiente vitamina B12 no son capaces de absorber correctamente este nutriente, lo cual puede desencadenar una anemia perniciosa, según indica Mayo Clinic.
Además de estos síntomas comunes, esta afección también puede provocar la siguiente sintomatología:
- Piel pálida o amarillenta
- Dificultad para respirar
- Mareos o aturdimiento
- Dolor en el pecho
- Manos y pies fríos
- Dolores de cabeza
- Respiración acelerada.
- Piel fría y pálida.
Ante esta enfermedad, se debe acudir de inmediato al médico para tratar a tiempo la anemia y así evitar otras complicaciones que pueden llegar a afectar órganos vitales como el corazón, e incluso puede ocasionar la muerte del paciente.
En caso de que la anemia sea leve, los especialistas en salud pueden ordenar algunos cambios en la alimentación, aumentando la ingesta de alimentos ricos en hierro, vitamina B12, ácido fólico y vitamina C. Para los casos graves, se deberá realizar intervenciones como la transfusión de sangre, el trasplante de células madre de la sangre y la médula ósea para aumentar el número de glóbulos rojos, blancos y plaquetas en el organismo.
¿Cómo prevenir la anemia?
Como tal, muchos tipos de anemia no se pueden evitar, pero si se puede mitigar los riegos de padecer una deficiencia de hierro o las anemias por deficiencia de vitaminas consumiendo los siguientes nutrientes:
- Hierro: los alimentos ricos en hierro son la carne vacuna y otras carnes, frijoles, lentejas, cereales fortificados con hierro, verduras de hoja verde oscuro y frutas secas.
- Folato: este nutriente, y su forma sintética de ácido fólico, se pueden encontrar en frutas y jugos de frutas, verduras de hojas verdes oscuras, arvejas verdes, frijoles rojos, cacahuates y productos de granos enriquecidos, tales como pan, cereales, pasta y arroz.
- Vitamina B-12: los alimentos ricos en esta vitamina incluyen la carne, los productos lácteos y los productos fortificados a base de cereales y soja.
- Vitamina C: los alimentos ricos en este nutriente son las frutas y jugos cítricos, pimientos, brócoli, tomates, melones y fresas. Estos también ayudan a aumentar la absorción de hierro.