Llegar a la tercera edad puede ser una gran oportunidad para implementar nuevos hábitos que mejoren la calidad de vida y descartar otros que, por el contrario, pueden afectarla. Tener esto en cuenta es clave, pues según las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 2050 las personas con más de 60 años representarán el 22 % de la población del planeta.

Este fenómeno de envejecimiento generalizado ya ha venido aumentando en los últimos años y, de acuerdo con la misma fuente, para el 2020 la cantidad de personas mayores de 60 años superó al número de niños menores de cinco años en el mundo.

Pese a que la esperanza de vida ha aumentado, hay algunos problemas de salud pública que les han impedido a millones de personas envejecer de forma saludable y llevar una vejez tranquila y provechosa.

“La evidencia indica que la proporción de la vida que se disfruta en buena salud se ha mantenido prácticamente constante, lo que implica que los años adicionales están marcados por la mala salud”, explica la OMS.

En esa medida es clave identificar algunas de las malas costumbres que tienen las personas que impactan negativamente su salud en la vejez.

Para empezar, uno de los factores más dañinos es el sedentarismo. Cuando las personas envejecen es normal que varias de sus capacidades físicas se deterioren, pero eso no debería desanimarles a la hora de hacer ejercicio o alguna actividad física como el baile o el deporte.

El sedentarismo también está asociado a problemas cardiovasculares y al riesgo de tener sobrepeso. | Foto: Gettyimages

“El sedentarismo provoca que los adultos mayores pierdan sus capacidades funcionales de una manera más acelerada”, señala un artículo llamado El ejercicio físico y la calidad de vida en los adultos mayores, que fue publicado en la Revista Pensamiento Actual de la Universidad de Costa Rica.

Así mismo, el documento señala que “con la práctica del ejercicio experimentan cambios positivos a nivel fisiológico tales como, músculos más tonificados, mejora del equilibrio, flexibilidad, resistencia cardiovascular, incremento de la actividad sexual”.

Pero el sedentarismo no es el único factor que puede resultar nocivo para la salud de las personas de esta edad. De acuerdo con el portal de la empresa de servicios de salud española Sanitas, el tabaquismo puede multiplicar los riesgos que tienen los adultos mayores de enfermarse.

El tabaquismo puede aumentar el riesgo de sufrir alzheimer y demencia. | Foto: Copyright Dazeley

“El consumo de tabaco es más perjudicial en las personas mayores, ya que no solo limita su esperanza de vida, sino que además aumenta el riesgo de demencia y Alzheimer”, indica Sanitas.

Por ello, sostiene que la principal recomendación al respecto es simplemente dejar de fumar, pues hacerlo puede limitar los impactos negativos que también incluyen el desarrollo de distintos tipos de cáncer y el deterioro de la salud cardiovascular.

Consejos para tener una dieta saludable

Comer mal es otro de los malos hábitos que también puede tener efectos negativos en la salud de los pacientes que tienen más de 60 años, más aún cuando no toman suficiente cantidad de agua diariamente.

De acuerdo con MedlinePlus, la enciclopedia virtual de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, las personas de la tercera edad deben evitar el consumo de calorías vacías incluidas en alimentos como los productos de paquete con azúcares añadidos, las papas fritas y bebidas como el alcohol.

Esa fuente también advierte que es importante evitar el consumo de comidas con exceso de grasas o colesterol. “Especialmente evitar los que contienen grasas saturadas y trans. Las saturadas son grasas de origen animal, mientras que las trans son grasas procesadas en margarina y grasa alimentaria. Se pueden encontrar en los productos horneados que se venden en tiendas o alimentos fritos en los restaurantes de comida rápida”, indica MedlinePlus.

Ingerir comida saludable puede mejorar enormemente la calidad de vida de las personas en la tercera edad. | Foto: GettyImages

Y señala que deben incluirse nutrientes como proteínas, calcio, vitaminas, fósforo, potasio y hierro, que mantienen los tejidos fuertes y disminuyen el ritmo del envejecimiento.

Por su parte, la OMS recalca que implementar estos hábitos saludables puede “reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles, mejorar la capacidad física y mental y retrasar la dependencia de los cuidados”, concluyó, por su parte, la OMS.