El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo y cumple con funciones tan relevantes como digerir los alimentos y eliminar las sustancias tóxicas.

Este órgano regula la mayor parte de los niveles químicos de la sangre y excreta una sustancia llamada bilis, que ayuda a descomponer las grasas y las prepara para su posterior digestión y absorción. Toda la sangre que sale del estómago y de los intestinos atraviesa el hígado, explica el Stanford Medicine Children´s Health, de Estados Unidos.

Otras de sus tareas son metabolizar los medicamentos presentes en la sangre para que al cuerpo le quede más fácil utilizarlos, liberar glucosa de acuerdo con las necesidades del cuerpo, procesar la hemoglobina para usar su contenido de hierro, regular la coagulación sanguínea, crear resistencia a las infecciones al producir factores inmunitarios y eliminar bacterias del torrente sanguíneo, entre otras.

Sin embargo, es un órgano que permanentemente se expone a inconvenientes de salud. Los problemas hepáticos pueden ser causados por una variedad de factores que dañan el hígado, como los virus, el consumo de alcohol y la obesidad, además de que en ocasiones derivan de temas genéticos, indica al instituto de investigación Mayo Clinic.

Con el tiempo, las afecciones que dañan el hígado pueden provocar cicatrización (cirrosis), esto causa insuficiencia hepática que es una afección potencialmente mortal. No obstante, de acuerdo con los expertos, cuando se sigue un tratamiento temprano este órgano puede recuperarse y sanar.

Síntomas

Cuando se presenta un daño hepático no siempre se generan signos, pero cuando las señales aparecen se evidencian en color amarillento en la piel y los ojos (ictericia); hinchazón y dolor abdominal; inflamación en las piernas y en los tobillos, picazón en la piel, orina de color oscuro, color pálido de las heces, fatiga crónica, náuseas o vómitos, pérdida del apetito y tendencia a que aparezcan moretones con facilidad.

Algunas de las razones que pueden ocasionar problemas en el hígado están relacionadas con infecciones provocadas por parásitos o virus. Esto lleva a que se genere una inflamación que disminuye el funcionamiento hepático.

“Los virus que causan lesión hepática pueden transmitirse a través de la sangre o el semen, el agua o los alimentos contaminados, o por el contacto estrecho con una persona que está infectada. Los tipos más frecuentes de infección hepática son los virus de la hepatitis, y comprenden la hepatitis A, B y C”, asegura Mayo Clinic.

Los daños en el hígado también pueden presentarse por anomalías en el sistema inmune, pues hay enfermedades que atacan ciertas partes del cuerpo (autoinmunitarias) y que tienen incidencia en la salud de este órgano. Por ejemplo, la hepatitis autoinmunitaria, la colangitis biliar primaria y la colangitis esclerosante primaria.

De igual forma, la genética tiene mucho que ver en una posible enfermedad del hígado. Según la mencionada fuente, un gen anormal heredado de uno o ambos padres puede hacer que varias sustancias se acumulen en este órgano, y esto provoca daño hepático. Las enfermedades hepáticas genéticas incluyen: hemocromatosis, enfermedad de Wilson y deficiencia de alfa-1 antitripsina.

Otras causas comunes de la enfermedad hepática son el abuso excesivo y crónico del alcohol, acumulación de grasa en el hígado (enfermedad por hígado graso no alcohólico), ciertos medicamentos con receta o de venta libre y también algunos compuestos herbales.

¿Se puede prevenir?

Información del portal Top Doctors, de España, plantea una serie de recomendaciones que permiten la prevención de las enfermedades del hígado. Estas son algunas de ellas.

- Beber alcohol con moderación

- Vacunarse

- Usar medicamentos con prudencia y sin mezclarlos con alcohol

- Evitar el contacto con la sangre u otros fluidos corporales de diferentes personas

- Proteger la piel

- Evitar obesidad