Pese a que es el sueño de muchos, la jubilación se convierte en determinados casos en un lastre difícil de sobrellevar. Cambiar radicalmente de rutinas, ser dueño(a) del tiempo personal y dejar de trabajar en una sociedad en que la medición del éxito es directamente proporcional con la capacidad de producir dinero y estar ocupado(a), hace que miles de jubilados en el mundo enfrenten esta etapa de la vida como un duelo.

Las cinco etapas del duelo por la muerte definidas por la psiquiatra y escritora suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross pueden ser asociados al proceso de adaptación que vive un jubilado o alguien que pierde repentinamente su trabajo.

En este sentido, los individuos atraviesan cinco planos, que son: la negación a saberse sin trabajo; la ira o enojo con el exempleador, en el caso de los jubilados, el trabajo es como se definen a sí mismos; la negociación ocurre cuando se desea intentar recuperar el trabajo; la depresión llega en el momento en que no se encuentran posibilidades laborales y el futuro parece sombrío; y finalmente, la aceptación se da cuando la ira y depresión ya no consumen a la persona y acepta su nueva realidad.

Marta Calderero, profesora de psicología de la Universidad Abierta de Cataluña, le dijo al diario El País: “La jubilación tiene muchas ventajas, nos da un tiempo y unas opciones para hacer lo que queramos, pero también limitaciones, a nivel físico o económico. Hay estudios que hablan de picos de felicidad que se dan en el primer año, que a menudo se toma como unas largas vacaciones. Pero después llegan los problemas y el descenso del bienestar. Si no se ha pensado en lo que se va a hacer los siguientes años puede surgir una sintomatología ansiosa, depresiva”.

Frente a estos escenarios, el psicólogo y profesor de la Universidad a Distancia de Madrid, José Ignacio Baile, advirtió que iniciar un proceso de preparación previo a la jubilación es fundamental. “La clave es mantener la actividad y los proyectos vitales, no interpretarlo como una puerta abierta a la inactividad, porque de ese modo puede afectar más a la autoestima”, añadió Ignacio Baile en una conversación con El País.

De hecho, un estudio publicado por el American Journal of Epidemiology aseguró que las personas que dejan de trabajar son más proclives a desarrollar depresión. Dicho trastorno del estado anímico está asociado, según el estudio, al tipo de jubilación y al país donde se jubile.

En conclusión, fomentar las pasiones, disfrutar del ocio con los seres queridos y aprender nuevos hobbies son algunos de los ejercicios que ayudan a que las personas se sientan en plenitud durante su etapa de retiro.