Pese a que la pandemia del coronavirus afectó en gran medida gran parte de los sectores de la economía, una de las industrias que se vio más beneficiada fue la de la pornografía, pues estos sitios web estuvieron en auge.
Por tal motivo, el sitio web de pornografía más grande del mundo, Pornhub, registró un incremento del 18 % al comienzo de la cuarentena por el coronavirus, y el tráfico que provenía del Reino Unido aumentó casi un 27 %.
El consumo de estos contenidos es muy común en las personas, pues lo hacen por placer, aunque estudios señalan que lo anterior se debería a una necesidad de alivio temporal en la vida cuando los usuarios se sienten solos, deprimidos, estresados, ansiosos o aburridos.
Estas sensaciones pudieron notarse más probablemente una vez las personas se vieron obligadas a alejarse de los amigos, pubs, restaurantes y otros lugares y actividades por hacer.
No obstante, la escritora y columnista inglesa de no ficción que se especializa en libros sobre citas, sexo y relaciones, Tracey Cox, resalta que si la pareja o la misma persona ha estado viendo más pornografía de lo normal, es probable que no haya nada de qué preocuparse.
Lo dice porque únicamente cerca del 5 % de los usuarios de pornografía tiene un hábito que interfiere con su vida diaria y se espera que el uso de la pornografía vuelva a los niveles anteriores a la pandemia del coronavirus, una vez que se levanten las restricciones.
La escritora afirma que si una persona mantiene relaciones sexuales regularmente con la pareja, no hay que preocuparse si él complementa esto con sesiones de masturbación mientras ve pornografía.
También dice que no hay que entrar en pánico si mira videos que le parecen extraños o ‘repugnantes’, excluyendo aquellos que muestran sexo con niños o la violencia extrema.
“Las mujeres en el porno hacen cosas interesantes”, me dijo un hombre. Pero eso no significa que la mujer tenga que hacerlo, pues a menudo los hombres fantasean con tríos con strippers, pero eso no significa que quieran salir con uno.
Tampoco deben generar inseguridad los cuerpos de las modelos que salen en pantalla, pues Cox dice que “los hombres no son estúpidos, saben cómo se ven los labios y los senos que no son naturales; que el cabello largo y grueso, y las pestañas, probablemente no sean reales; que la mayoría de las mujeres no siempre lucen un brasileño completo perfectamente mantenido”.
“¿Caminaría por la calle, con orgullo, con el tipo de mujeres con las que me masturbo? ¡Diablos, no!, fue una respuesta común”, aseguró.
“‘Mi novia es real y me encanta que se vea natural’, me dijo una joven de 24 años. Odiaría que se pareciera a las mujeres que veo. La pornografía es solo sexo. El sexo en las relaciones es mucho más que la apariencia”, agregó.
¿Cuándo debería empezar a preocuparse?
De acuerdo con la autora, la función de la pornografía es “animar un poco las cosas, no para reemplazar el sexo real”, pues esto debería impulsar a la pareja a querer tener sexo, con más frecuencia y dar ideas.
Por lo que, si nota que luego de ver pornografía no hay estímulo para tener relaciones sexuales, debe bajar el consumo.
Otro motivo de preocupación es cuando algunos hombres dicen que una dieta constante de pornografía puede dejarlos insensibles, que una novia imperfecta y solitaria en la cama puede parecer un poco escasa.
Adicionalmente, debe haber una alerta cuando el consumo de este contenido comienza a afectar las relaciones o el trabajo, pues hay casos en que algunos hombres son tan adictos a la pornografía que se arriesgan a perder a alguien que aman o un trabajo que necesitan para poder disfrutarlo.
De igual manera, si no puede tener una erección sin ver pornografía, también es una señal de alerta, o si se insensibiliza al ver cantidades excesivas o pornografía extrema.