La depresión es un trastorno de salud mental que, según el National Institute of Mental Health (NIH), causa síntomas que afectan los sentimientos, y la coordinación de actividades diarias como dormir, comer o trabajar.
Este problema de salud puede afectar a cualquier persona, independientemente de la edad, raza o género, pero hay investigaciones que sugieren que los factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos desempeñan una función en la depresión.
Las personas que tienen una madre, padre, hermana, hermano, hermanastra o hermanastro con depresión mayor tienen un riesgo más elevado de padecerla, según una investigación de la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
De acuerdo con un estudio basado en los datos de 2,9 millones de personas en Dinamarca y publicado en la revista científica Jama Psychiatry, el riesgo de padecer depresión aumenta con el número de parientes afectados y cuando la exposición a la depresión tiene lugar en la infancia y adolescencia, pero no varía según el sexo o el tipo de parentesco.
En declaraciones a SMC España, Natalia Martín María, profesora en el departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la Facultad de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid, resalta que se trata de un estudio “de elevada calidad científica, de corte longitudinal, lo cual respalda la fortaleza de las asociaciones encontradas”.
En concreto, han conseguido seguir durante 21 años a una muestra de casi 3 millones de personas (el primero y único de estas características) y registrar la incidencia de depresión, no solo en ellos, sino en sus madres, padres, hermanos o hermanastros.
En consonancia con las cifras de prevalencia global, la presencia de depresión mayor en las mujeres de la muestra sigue siendo de casi el doble frente a la de los hombres. Sin embargo, el estudio muestra que no hay diferencias entre ambos, hombres y mujeres, en cuanto a la exposición familiar a la misma.
En el estudio se observa cómo las cifras de incidencia de depresión aumentan exponencialmente con el paso de los años. Además, la exposición familiar a la depresión mayor durante la infancia y la adolescencia se asocia con un mayor riesgo de presentarla.
“Por tanto, estas etapas vitales se establecen como periodos sensibles en los que la prevención, detección e intervención precoz son aspectos clave a los que nuestra sociedad tiene que dar respuesta”, resalta la experta.
Según el estudio, tener antecedentes familiares de depresión mayor (sin importar de qué miembro de la familia se trate) se asocia con casi el doble de posibilidades de presentarla tanto en hombres como en mujeres, frente a personas sin estos antecedentes.
“Pese a que el estudio no puede separar el impacto ambiental y el de la influencia genética sobre la depresión mayor, tras haber encontrado relaciones similares entre hermanos/as y hermanastros/as, se esboza una gran importancia del ambiente familiar compartido, más allá de la de los genes”, destaca la investigadora.
Signos y síntomas de depresión
El instituto en mención lista algunos síntomas comunes que se pueden identificar cuando una persona sufre depresión:
- Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o ‘vacío’.
- Sentimientos de desesperanza o pesimismo.
- Sentimientos de culpabilidad, inutilidad o impotencia.
- Pérdida de interés o placer en las actividades y los pasatiempos.
- Fatiga, disminución de energía o sensación de que está más lento.
- Dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones.
- Dificultad para dormir, despertarse temprano en la mañana o dormir demasiado.
- Cambios en el apetito o en el peso sin haberlos planificado.
- Dolores y molestias, dolor de cabeza, calambres o problemas digestivos sin una causa física aparente, o que no se alivian ni con tratamiento.
- Intentos de suicidio o pensamientos sobre la muerte o el suicidio.
*Con información de Europa Press.