Las abejas son de las criaturas más laboriosas del planeta y llevan siglos beneficiando a las personas, las plantas y el medio ambiente. Al transportar el polen de una flor a otra, estos insectos y otros polinizadores no solo posibilitan la producción de una abundancia de frutas, frutos secos y semillas, sino también más variedad y de mejor calidad, contribuyendo así a la seguridad alimentaria y la nutrición de millones de personas.
Dada su importancia, el 20 de mayo de cada año se celebra el Día Mundial de las Abejas, con el fin de sensibilizar acerca del papel esencial que tienen en la vida de los habitantes del planeta, así como los desafíos que afrontan.
Polinizadores como las abejas, las aves y los murciélagos inciden en el 35 % de la producción agrícola mundial. “El 75 % de los cultivos de todo el mundo que producen frutas o semillas para uso humano como alimento dependen, al menos en parte, de los polinizadores”, asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En el planeta existen al menos 20.000 especies de abejas silvestres que se encargan no solo de ayudar a preservar la biodiversidad, sino de garantizar la seguridad alimentaria de miles de millones de personas. Un artículo publicado en el diario Expansión, de México, indica que las abejas polinizan hasta 170.000 especies de plantas.
A pesar de su gran papel en la producción de alimentos, en los últimos años se han generado alarmas sobre la disminución de la población de estos insectos.
La FAO ha lanzado alertas con el fin de que se promuevan acciones tendientes a proteger a las abejas y que tanto ciudadanos como empresas y gobiernos ayuden a preservar no solo a los polinizadores, sino sus hábitats, pues de ello depende, en buena medida la producción de diversidad de alimentos. Sin abejas la humanidad se podría enfrentar a una escasez de estos.
Amenazas
Algunas de las principales amenazas con las que convive esta especie están relacionadas con los cambios en el uso de la tierra, las prácticas agrícolas intensivas, el monocultivo y los plaguicidas que han impactado de forma negativa los hábitats de estos y otros polinizadores que son clave para el desarrollo y supervivencia de la humanidad.
A esto se suma la globalización y el intercambio de productos que ha posibilitado la transmisión de plagas y enfermedades, esto sin contar con los fenómenos meteorológicos extremos asociados al cambio climático, que también destruyen y acaban con sus hábitats.
Este panorama no es alentador para la seguridad alimentaria, pues la disminución de abejas, mariposas, avispas y otros insectos que cumplen con la función de polinizar, podría impactar la producción de alimentos, ya que los cultivos son altamente dependientes de estos procesos.
“Mejorar la polinización no solamente permite mitigar desastres: con una mejor gestión, la polinización tiene el potencial de aumentar los rendimientos y la calidad de la producción agrícola”, dice la FAO.
Según este organismo multilateral, para proteger a las abejas y los demás polinizadores, es necesario hacer esfuerzos para desarrollar una mayor diversidad de hábitats en entornos agrícolas y urbanos. De igual manera, se requiere implementar políticas a favor de los polinizadores que promuevan el control biológico de plagas.
De acuerdo con expertos, una de las formas de preservar esta especie es que los campesinos ayuden a mantener la abundancia, diversidad y salud de los polinizadores usando prácticas innovadoras que integren los conocimientos y la experiencia local y científica y diversificando los cultivos para que estos insectos tengan siempre a su disposición recursos alimentarios y refugio.
“Necesitamos aumentar la colaboración entre las organizaciones nacionales e internacionales, las entidades académicas y las redes de investigación para monitorear, investigar y evaluar los polinizadores y los servicios que ellos prestan”, concluye la FAO.