“La sensibilidad a la insulina es la forma en que el cuerpo metaboliza la glucosa y controla los niveles de azúcar en la sangre”, según explica el Instituto Europeo de Nutrición y Salud.
Es decir, cuando no hay buena sensibilidad a la insulina es porque el páncreas no es capaz de regular los niveles de glucosa y se presenta una complicación llamada diabetes, que es la enfermedad prolongada (crónica) en la cual el cuerpo no puede regular la cantidad de azúcar en la sangre, de acuerdo con Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Además, explicó que un nivel alto de azúcar en la sangre puede causar diversos síntomas, como por ejemplo:
- Visión borrosa.
- Sed excesiva.
- Fatiga.
- Orina frecuente.
- Hambre.
- Pérdida de peso.
No obstante, con el pasar de los años la diabetes puede llevar a otros problemas serios como:
- Problemas oculares, como dificultad para ver (especialmente por la noche), sensibilidad a la luz y ceguera.
- Úlceras e infecciones en la pierna o el pie, que de no recibir tratamiento, pueden llevar a la amputación de la pierna o el pie.
- Daño a los nervios en el cuerpo causando dolor, hormigueo, pérdida de la sensibilidad, problemas para digerir el alimento y disfunción eréctil.
- Debilitamiento del sistema inmunitario, lo cual puede llevar a infecciones más frecuentes.
- Aumento de la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
Por ello, el portal Alimente de El Confidencial, reveló que el método natural para mejorar la sensibilidad a la insulina es el dormir bien, pues indicó que “un ensayo recogido en ‘The Journal of Clínical Endocrinology & Metabolic’ que involucró a nueve voluntarios sanos encontró que dormir solo cuatro horas en una noche redujo la sensibilidad a la insulina y la capacidad de regular el azúcar en la sangre, en comparación con dormir 8 1/2 horas”.
En consecuencia, la biblioteca señaló que la cantidad de sueño que se necesita depende de varios factores, incluyendo la edad, el estilo de vida y el estado de salud, entre otras, pero las recomendaciones generales para dormir son:
- Recién nacidos: 16-18 horas al día.
- Niños en edad preescolar: 11-12 horas al día.
- Niños en edad escolar: por lo menos 10 horas al día.
- Adolescentes: 9-10 horas al día.
- Adultos (incluyendo adultos mayores): 7-8 horas al día.
Por su parte, Mayo Clinic, enumeró algunos consejos para dormir mejor, por ejemplo:
- Respetar los horarios de sueño: ser consistente del horario de acostarse y de levantarse todos los días, incluso los fines de semana.
- Mantenerse activo: la actividad habitual ayuda a promover las buenas noches de sueño. Establecer un horario para hacer ejercicios por lo menos algunas horas antes de acostarte y evitar las actividades estimulantes antes de la hora de dormir.
- Evitar o limitar las siestas: las siestas pueden hacer que sea más difícil conciliar el sueño por la noche. Si resulta imposible evitarlas, intentar que no duren más de 30 minutos y no tomar una siesta después de las 3:00 p.m.
- Evitar o limitar la cafeína y el alcohol, y no consumir nicotina: todas estas sustancias pueden hacer que sea más difícil conciliar el sueño, y sus efectos pueden durar varias horas.
- Evitar las comidas abundantes y las bebidas antes de acostarse: un tentempié liviano es suficiente y puede ayudar a evitar la acidez estomacal. Beber menos líquido antes de acostarse para no orinar con tanta frecuencia.
De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.