Sir Geoffrey Jellicoe fue un arquitecto, urbanista y paisajista  inglés nacido en 1900, fundador del Instituto del Paisaje en 1929 y miembro fundador de la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas en 1948. Una de sus obras más reconocidas fue el John F Kennedy Memorial en Inglaterra. En 1979 fue nombrado caballero por su contribución al diseño del paisaje. Diana Wiesner Ceballos, confiesa, casi en voz baja, que se sorprendió cuando recibió la nominación para presidir el jurado de este importante premio otorgado anualmente al arquitecto paisajista que haya tenido un impacto significativo en el mundo.  Y aceptó esta honrosa tarea asumiéndola como lo hace con muchas otras: mezclando una  rigurosidad casi espartana con su profunda sensibilidad. Esta arquitecta paisajista, con Maestría en Bioclimática  ha ganado varios premios nacionales e internacionales, siendo el más reciente el Primer premio en The Next Green Awards, 2016, Categoría Medio Ambiente y Categoría Comunidad en LA. Esto fue lo que contó a SEMANA.COM. SEMANA: ¿En qué consiste el premio Internacional Geoffrey Jellicoe? Diana Wiesner: Ese premio  fue creado por la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas para dar el mayor reconocimiento en vida a un arquitecto paisajista en el mundo. Cada continente envía candidatos y hay dos jurados: el primero, que junto con representantes de cada continente hace una primera selección, y otro jurado, también internacional y compuesto por representantes de cada continente que hace la selección definitiva del mejor paisajista de ese año a nivel mundial. Yo fui nombrada presidente de ese jurado. SEMANA: Usted parece apostarlo todo por el  paisaje, ¿por qué? D.W.: El paisaje en Colombia es visto superficialmente porque se asocia a temas estéticos y contemplativos y realmente dada mi formación - yo estudié arquitectura y luego planificación del paisaje – es preciso comprender el paisaje  de forma holística e integral. Entenderlo desde la complejidad de la ecología, de la teoría de sistemas. El paisaje no es algo que se percibe solamente. Es un sistema complejo del que todos somos parte, nosotros somos paisaje y no hay paisaje si no hay observador porque lleva implícita una relación afectiva y emocional de las personas con la geografía. Podría decirse que el paisaje es una construcción social y es una cultura del territorio que cada persona lleva de una forma distinta, pero en términos de planificación urbana no se ha tenido en cuenta como un elemento que debe ser estructurante en todas las decisiones. SEMANA: Usted diseñó el Plan maestro del corredor ecológico recreativo de los cerros orientales para Bogotá por el que obtuvo la  Mención Ordenamiento Urbano y Regional en la XXI Bienal Colombiana de Arquitectura en el 2008, ¿en qué consiste esta propuesta? D.W. El corredor sería el más relevante Pacto de Borde de la ciudad, en el que se planteó el reconocimiento y valoración de los cerros Orientales de Bogotá como patrimonio ecológico y cultural de los ciudadanos y comprende una serie de estrategias. Ese proyecto lleva varios años y es al que personalmente le doy más importancia por la relación y preponderancia que tienen los cerros en la región, no solo en Bogotá. En ese momento, el Plan fue reconocido por las instituciones que lo consideraron viable con relación a  tantos otros propuestos pero que no se llevaron a cabo. Además era incluyente pues tenía un fuerte componente de participación de la gente. El Plan tuvo una gran trascendencia, fue publicado y en Bogotá se dieron unos recursos para llevarlo a cabo. Pero, de forma extraña, tuvo más reconocimiento en el exterior que en Bogotá. Se publicó en todos los idiomas: en chino,  en ruso, en inglés, italiano y fui invitada a dar conferencias a muchos sitios. SEMANA: ¿El Distrito ha  implementado el Plan? D.W.: Se asignaron unos recursos pero durante la alcaldía de Samuel Moreno no se implementaron. No hubo prioridad política con respecto a  los Cerros por lo que en el 2014 un juez “condena” (así dice)  a las Instituciones del gobierno Distrital a cumplir unas órdenes, entre ellas la de devolver a los ciudadanos un área en la franja de adecuación  para uso público y recreativo en los Cerros de Bogotá nombrando a la Fundación Cerros de Bogotá veedora de ese fallo. Tristemente, tanto en los Cerros como en el río Bogotá, las acciones se han dado por fallos judiciales y no por iniciativa de  las  instituciones o por prioridades políticas. Todavía sigue incumpliéndose ese fallo y muchas instituciones están pendientes de ejecutar lo indicado. SEMANA: A raíz de ese plan Maestro de Corredor ecológico, usted creó una fundación. D.W.: Si, empezamos con gente que estaba involucrada en el Plan, economistas, ambientalistas y decidimos hacer la Fundación Cerros de Bogotá para darle seguimiento a las decisiones que se toman con relación a los Cerros. Con un equipo interdisciplinario  formalizamos la Fundación en el 2009, así que este año cumplimos 10 años. Hay muchas iniciativas muy valiosas movilizándose por los Cerros, nosotros nos vemos como representantes de la ciudadanía que defiende de forma integral la planificación y la cultura ecológica en los cerros. Los miembros de la fundación son de todas partes de la ciudad y de diversas profesiones. La fundación tiene tres frentes: somos miembros del comité de verificación al fallo del consejo de estado y buscamos  tener relaciones propositivas con las instituciones para hacer seguimiento y/o apoyar las decisiones sobre los Cerros. También creamos la Red de Colegios y estamos trabajando con los niños en alianza con el Gimnasio Femenino y  Opepa para promover la biodiversidad. Hay más de 80 colegios que pertenecen a esta red y es que un niño tiene mucho que decir porque la ciudad no está pensada para los niños porque si lo estuviera los adultos tendríamos una ciudad mucho más amable, incluyente y diversa. Finalmente buscamos generar conciencia cívica y ecológica  haciendo desde flash mobs hasta intervenciones de arte y naturaleza. Tenemos una reserva de 3 hectáreas que nos donaron  y la volvimos reserva natural  para la sociedad civil, así que todos los viernes desde hace tres años dictamos  talleres sobre conciencia ecológica, arte y naturaleza. SEMANA: ¿Cómo se financia la Fundación Cerros de Bogotá? D.W. Realmente no se financia. Todos somos voluntarios y hacemos todo gracias a las alianzas y a la colaboración. Tenemos un microdonante que nos ayuda con la reserva Horizontes. Estamos haciendo restauración colaborativa así que se convocan voluntarios para sembrar y siempre dependemos de donaciones de árboles. Queremos sembrar más especies nativas como Angelito, Chilco, Chuque, Ciro, Corono, Cucharo espadero, Encenillo, Espino garbanzo, Gaque,  entro otras. En Colombia la cultura de donar es muy baja y se requieren recursos para restaurar el bosque. Así que la gente puede donar en nuestra página  https://www.cerrosdebogota.org/libre/dona.php o directamente a la fundación. SEMANA: Luego del incendio en la Amazonia, ¿qué recomendaría usted al ciudadano de a pie para evitar apagar incendios en el futuro? D.W.: He visto que el primer impulso que aparece es el de querer sembrar y eso está muy bien. Apoyamos esos procesos ciudadanos de sembrar y restaurar, al menos lo que tenemos cerca. Sin embargo, yo sí creo que cada ciudadano puede tomar acciones concretas en cada decisión sobre su propio consumo. Cuando decide comprar un alimento o un vestido, puede tratar de comprender el ciclo preguntándose: ¿de dónde viene eso? ¿De qué tan lejos viene? ¿Porque no se produce en Colombia? ¿Qué tanto reciclo yo? Es decir empezar a ser muy consciente de sus propias acciones cotidianas  y eso tiene un impacto gigantesco porque cada decisión que un ciudadano toma afecta al Amazonas.