El ritmo acelerado que las personas viven en el día a día sumado a ciertas circunstancias de estrés y de ansiedad tiene un impacto directo en los hábitos alimenticios, trayendo como consecuencia graves problemas para el organismo.
Un cuadro de estrés o de ansiedad no tratado a tiempo y de la manera indicada puede generar la adopción de malas prácticas nutricionales y por ello, lo recomendado es consultar al especialista con el fin de evitar inconvenientes de salud más complejos.
Cuando se presentan estos padecimientos, es común que las personas empiecen a comer más, según indica el portal Alianzaalimentaria.org. Lo más grave es que muchas veces consumen alimento de manera compulsiva, incluso sin tener hambre.
“El estrés puede ignorar la sensación de saciedad, por lo que comemos mucho más de lo que nuestro organismo necesita. Además, los alimentos que se ingieren en épocas de estrés suelen ser hipercalóricos, con altos contenidos de azúcar refinada, sal y grasas saturadas, lo que representa un riesgo para la salud física”, precisa este sitio web.
De manera contraria, el estrés y la ansiedad también pueden llevar a que la persona no quiera comer o se le reduzca su apetito de manera significativa. Puede ocurrir que la persona sienta sensación de hambre, pero que piense que ingerir cualquier alimento le puede causar malestares estomacales.
Cuando estos cuadros se presentan, una reducción en la cantidad y calidad de los alimentos que se consumen puede traducirse en deficiencias nutricionales que impactan negativamente la salud.
Graves errores
Hay diversos errores en los que pueden incurrir las personas con estrés o ansiedad en torno a la alimentación, según indica el portal Red Salud de Chile y por ello es importante tener en cuenta algunas recomendaciones.
1. Exceso de grasas y azúcar: evitar los snacks y comida con alto contenido de alguno de estos componentes es fundamental. Se trata de productos que llenan de energía por un rato, pero que no aportan los suficientes nutrientes al organismo.
2. Saltarse las comidas: el hábito de dejar de desayunar, almorzar o cenar, hace que el metabolismo vuelva más lento y, por ende, sea más fácil subir de peso. Además, contribuye a la descomposición de la masa muscular y provoca debilitamiento general.
3. Antojos: comer sin hambre, por lo general, es producto de la ansiedad no controlada y lo que ocurre cuando una persona come mucho o de manera compulsiva es que incrementa de forma significativa el número de calorías en su cuerpo.
4. Falta de ejercicio: a veces, la tensión del día a día hace perder el interés de realizar alguna actividad física. Sin embargo, practicar ejercicios de manera regular es precisamente una de las mejores formas de liberar el estrés y la ansiedad y como consecuencia ayudará con el manejo indicado de la alimentación.
5. Pocas horas de descanso: dormir menos horas de las recomendadas (8, en promedio), disminuye la calidad del sueño y, con ello, aumentan las hormonas del estrés. Esto genera un incremento de apetito, a través de episodios de ansiedad que desencadenan en una mayor ingesta de alimentos, generalmente, poco saludables.
6. Bajo consumo de agua: la deshidratación perjudica el estado general del organismo. Beber la cantidad que se requiere diariamente, permite mantener el cuerpo en óptimas condiciones, ayuda a disminuir la ansiedad y, por consiguiente, la posibilidad de ingerir más alimentos de los necesarios.
Según el portal Psicologoemocionalonline.com, la ansiedad y el estrés son causas muy frecuentes del fracaso de dietas debido a que pueden incapacitar el control de las personas por una ingesta controlada para mejorar su salud. “Por ese motivo existen personas que no pueden seguir una dieta para controlar su peso. El estrés en un causante del fracaso del seguimiento de una dieta médica”, asegura una publicación de este sitio web.
Para los expertos, es claro que de la buena salud mental también depende la física y por ello recomiendan tratar de racionalizar el porqué se está comiendo compulsivamente, y cuáles son las causas que llevaron a esa situación.
Si la persona es consciente de porqué, esto ayudará a controlar la necesidad compulsiva de ingesta de alimentos. Una vez identificada la razón, según los especialistas, lo ideal es cambiar la repuesta y desviar la necesidad de comer hacia otras actividades más positivas, como por ejemplo, caminar, hacer deporte, o simplemente distraerse con una charla.
Es importante que las personas no tengan a la mano alimentos poco saludables o hipercalóricos y sí, por ejemplo, frutas o verduras.
Ante esta realidad y padecimiento, la recomendación es siempre consultar al especialista con el fin de que este defina el tratamiento indicado.