La salud mental es una variable de principal atención para las personas, sin importar la edad o el sexo. Esto porque el cerebro es el encargado de impartir las funciones al organismo, además de permitir la cognición y hacer que los procesos de atención sean óptimos; sin embargo, hay quienes empiezan a experimentar síntomas como la dificultad para recordar algo y, con el paso del tiempo, desarrollan la enfermedad de alzheimer.
De acuerdo con la Clínica de Mayo, el alzheimer es un trastorno neurológico que encoge al cerebro y, por ende, mata a las neuronas. Se considera como “la causa más común de demencia” que trunca la posibilidad de estar consciente en la vida. Su diagnóstico puede comenzar porque una persona olvida eventos o conversaciones recientes, luego sus acciones no concuerdan y “perderá la capacidad para llevar a cabo las tareas cotidianas”.
Lo complicado de esta enfermedad mental es que no existe un tratamiento específico que detenga su aparición y desarrollo. La entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación en Estados Unidos, dice que el alzheimer se puede mejorar de manera temporal, pero cuando altera la evolución del cerebro es muy difícil volver al estado inicial, puesto que el trastorno puede progresar.
Asimismo, aunque no hay una causa avalada por la que existe el alzheimer, los científicos consideran que es “consecuencia de una combinación de factores genéticos, ambientales y del estilo de vida que afectan el cerebro a lo largo del tiempo”.
Ahora bien, cuando el alzheimer se encuentra en desarrollo, la alimentación es indispensable para contribuir vitaminas y minerales al cerebro. No obstante, la Fundación Alzheimer España detalla que más de la mitad de pacientes con este trastorno neurológico presentan desnutrición y, en efecto, esto aumenta la mortalidad de los sujetos.
Entonces, se debe hacer frente a dicha situación, pues los alimentos son necesarios en la cotidianidad y estilo de vida los seres humanos. Por lo tanto, para este tipo de complicación mental, tanto para prevenirla como cuando ya está en pleno desarrollo, se recomienda seguir dietas catalogadas como “neuroprotectoras”.
Mediante un ponencia compartida por la doctora Araceli Alonso, neuróloga de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, y vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Neurología, se menciona que la dieta Dash, la Mediterránea y la Mind son las más óptimas para los pacientes con problemas mentales.
“Se ha demostrado que las tres dietas son capaces de mejorar la cognición en sujetos sanos, prevenir el deterioro cognitivo asociado a la edad y a enfermedades como el Alzheimer, además de la progresión y la atrofia cerebral”, argumenta la experta.
Por ello, estas restricciones alimentarias deben estar centradas en vegetales, carotenos, flavonoides y polifenoles. En la misma línea, Alonso explica que los “beneficios se obtienen cuando provienen de la alimentación, no cuando se consumen complementos alimenticios añadidos en forma de pastillas”.
Así las cosas, para prevenir y posiblemente frenar el alzheimer en desarrollo, la citada fundación determina que “la rúcula, el brócoli, las coles de Bruselas, el repollo, la coliflor, el nabo, las verduras de hoja verde, el aceite de oliva, los tubérculos, la granada, las cerezas, las manzanas, las naranjas, las uvas, las fresas, las nueces, el cacao, el café y los pescados grasos ricos en omega-3 y omega-6″, son la lista de productos infaltables que no pueden escasear en las dietas en pro del cuidado del cerebro.
Del otro lado de la balanza, los expertos recomiendan prescindir, en su mayoría, del consumo continuo de carnes rojas, los alimentos procesados, las grasas de origen animal y los azúcares. Sumado a esto, las bebidas alcohólicas tampoco son beneficiosas.
En conclusión, una dieta saludable y balanceada es capaz de proteger al cerebro, aunque cabe decir que los alimentos no paran su envejecimiento, pero sí tienen compuestos que se adhieren a la salud del organismo.