La mejor forma de prevenir enfermedades a corto, mediano y largo plazo es alimentándose a lo largo de la vida de una manera sana y equilibrada, con presencia de alimentos de todos los grupos; la cantidad variará dependiendo del peso, la edad y la talla de cada paciente.
Gracias a esto, se han diseñado varios tipos de dietas: unas aseguran ser más sanas que otras e incluso hay algunas que se ajustan más a los gustos de cada persona. Uno de los planes de alimentación más sonados a la fecha es la dieta keto.
Según explica el portal de salud, belleza y cuidado personal Salud 180, a esta dieta también se le conoce como dieta cetogénica y se relaciona con una alimentación baja en carbohidratos y enfocada en el consumo de grasas saludables.
Healthline añade que la disminución de carbohidratos expone el cuerpo a un estado metabólico llamado cetosis. El organismo produce este tipo de sustancia para hacer uso de ella como energía y se emplea cuando hay escasez de glucosa (azúcar) en la sangre; este proceso es posible que surja dentro del cuerpo con esta dieta, gracias que se ingieren pocos carbohidratos, moderadas proteínas y altos niveles de grasas naturales, que producen las cetonas.
En este plan de alimentación son protagonistas alimentos como los huevos, la carne, los lácteos, las verduras, el pescado, los frutos secos y las semillas. A su vez, hay presencia de alimentos ricos en grasas saludables como el aguacate y los pescados azules como el atún, el bacalao, el salmón o la caballa.
Una reciente investigación que se llevó a cabo por profesionales de salud de la Clínica de Prevención del Programa Corazón Sano del Hospital St. Paul y del Centro de Innovación Corazón Pulmón de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver, Canadá, determinó que esta dieta puede estar relacionada con el padecimiento de enfermedades cardíacas e incluso podría aumentar los niveles de colesterol malo (LDL) en la sangre.
Nuestro estudio halló que el consumo regular de una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas se asociaba con mayores niveles de colesterol LDL —o colesterol “malo”— y un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, dijo mediante un comunicado de prensa la autora principal del estudio, Iulia Iatan.
Los investigadores plantearon esta fórmula para saber cuándo se está hablando de una dieta baja en carbohidratos y alta en consumo de grasas, como aquella en la que el 45 % de las calorías diarias totales procede de las grasas y el 25 % de los carbohidratos.
“La justificación de nuestro estudio se basó en el hecho de que en nuestra clínica de prevención cardiovascular veíamos pacientes con hipercolesterolemia grave que seguían esta dieta”, argumentaron.
Cabe mencionar que un paciente que tiene los niveles de colesterol elevados tiende a estar en un mayor riesgo de padecer un infarto, ya que dicha sustancia se empieza a adherir a las paredes de las arterias, impidiendo la libre circulación de la sangre.
“Esto nos llevó a preguntarnos por la relación entre estas dietas bajas en carbohidratos y ricas en grasas, los niveles de lípidos y las enfermedades cardiovasculares. Y, a pesar de ello, los datos sobre esta relación son limitados”, anotó.
Por ende, la profesional aclaró que dicha investigación “solo puede mostrar una asociación entre la dieta y un mayor riesgo de eventos cardiacos mayores, no una relación causal”. Es por esto que, antes de seguir cualquier tipo de dieta, es pertinente contar con la aprobación de un profesional de la salud para saber si es la más apropiada o incluso se puede usar ciertas características de esta dieta sin llegar a los extremos, pero siempre de la mano de un médico o profesional en el tema.