Una alimentación saludable es aquella que proporciona los nutrientes que el cuerpo necesita para mantener el buen funcionamiento del organismo, conservar o restablecer la salud, minimizar el riesgo de enfermedades, garantizar la reproducción, gestación, lactancia, desarrollo y crecimiento adecuado, de acuerdo con el Ministerio de Salud.
No obstante, en algunas oportunidades las personas por hacer dietas, por desagrado a los alimentos, por no engordar o por diferentes razones, no tienen una alimentación adecuada y esto tiene algunos riesgos, según explicó la revista española ¡Hola!
El primer peligro es cansancio y fatiga, pues si no se consumen las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita, este no tiene los nutrientes para funcionar adecuadamente.
El segundo riesgo es padecer de insomnio, ya que si se consumen demasiadas grasas saturadas esto puede provocar “dificultad a la hora de conciliar el sueño”.
El tercer riesgo es la inflamación, ya que es una reacción del cuerpo para protegerse de las lesiones, las enfermedades o la irritación de los tejidos.
El siguiente peligro de una mala alimentación es el sedentarismo, ya que con un estilo de vida sedentario se aumenta el riesgo de: obesidad; enfermedades del corazón, incluyendo enfermedad coronaria e infarto; presión arterial alta; colesterol alto; accidente cerebrovascular; síndrome metabólico; diabetes tipo 2; ciertos tipos de cáncer, incluidos los de colon, seno y de útero; osteoporosis y caídas y aumento de sentimientos de depresión y ansiedad.
El otro riesgo son los problemas de estómago e intestino, ya que una mala alimentación provoca que no se procesen bien los alimentos y se puede llegar a padecer “ardor, acidez, diarreas o estreñimiento”, entre otras.
Asimismo, la diabetes es otro riesgo, ya que es una enfermedad crónica que se presenta cuando el páncreas no secreta suficiente insulina y, por ello es importante tener una alimentación sin azúcar ni grasas saturadas y tener en cuenta que algunos alimentos que suben la insulina en la sangre son: chocolates, caramelos, mermeladas, miel, helados, gaseosas, alcohol, galletas dulces, comida rápida, harina de trigo refinada, cereales azucarados, entre otros.
El último peligro de llevar una alimentación inadecuada, según la revista es una enfermedad cardiovascular, pues una dieta con alto contenido de grasas, sal, azúcar y colesterol puede contribuir al desarrollo de una enfermedad cardíaca.
¿Cómo tener una alimentación saludable?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que una dieta sana incluye:
- Legumbres (como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, maíz, mijo, avena, trigo o arroz moreno no procesados).
- Al menos 400 g (cinco porciones) de frutas y hortalizas al día, excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos.
- Menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, que equivale a 50 gramos (unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5 % de la ingesta calórica total. Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.
- Menos del 30 % de la ingesta calórica diaria procedente de grasas. Las no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables) y de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes como vacas, ovejas, cabras y camellos). La OMS sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10 % de la ingesta total de calorías, y la de grasas trans a menos del 1 %. En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar.
No obstante, la composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios.