Las dietas restrictivas son aquellas que obligan a eliminar alimentos con el fin de reducir medidas y se les conoce también como dietas “milagro”, pero son más las consecuencias negativas que positivas.

Por ejemplo, el blog de salud de Mapfre reveló las consecuencias fisiológicas y psicológicas de las dietas restrictivas:

Efecto rebote: se recupera el peso perdido cuando se termina la dieta rápida.

Problemas de estreñimiento: es una afección en la cual la persona podría tener menos de tres evacuaciones a la semana; las heces son duras, secas o grumosas; la evacuación de las heces resulta difícil o dolorosa, o queda una sensación de que la evacuación no fue completa.

Alteraciones hormonales: ausencia de menstruación en especial en dietas bajas en grasa.

Hipotiroidismo: es una afección en la cual la glándula tiroides no produce suficiente hormona tiroidea.

Pérdida de masa muscular y proteínas viscerales: la falta de proteína podría generar esta afección.

Bajo rendimiento intelectual y físico: sin una buena alimentación, el cuerpo y el cerebro no tienen las vitaminas y minerales para funcionar de forma adecuada.

Mala relación con la comida: miedo por consumir alimentos que han sido “satanizados”.

Desmotivación y apatía: las dietas puede producir falta de interés y adicional pueden ocasionar que se abandonen de forma rápida.

Aislamiento social: el temor de no consumir alimentos por miedo a subir de peso pueden ocasionar que se evite el relacionamiento con las personas.

Sentimientos de frustración, depresión y ansiedad: “al llevar a cabo este tipo de dietas se produce un ciclo reiterado de pérdida de peso seguida de un posterior efecto rebote, hecho que puede llegar a ser adictivo y frustrante a la vez.”, explicó Mapfre.

En consecuencia, los expertos aseguran que para ver cambios hay que hacer pequeñas modificaciones diarias en la alimentación y en el cuidado físico como el ejercicio, ya que la constancia es un factor clave para lograr ver resultados.

Una alimentación balanceada y saludable debe tener proteínas, grasas, carbohidratos y todos los nutrientes que el cuerpo necesita. No obstante, es importante consultar a un experto para que guíe el proceso pues, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios.

Además, los expertos aseguran que para perder peso es clave tener un déficit calórico, que es cuando las personas consumen menos calorías que las que gastan en el día a día. Otra recomendación es evitar las grasas, implementar las verduras en la dieta y reducir tanto los azúcares como las bebidas alcohólicas.

Respecto al ejercicio, los de cardio, también conocidos como ejercicios aeróbicos, son los más implementados cuando se busca quemar calorías y reducir el peso corporal. Sin embargo, los que involucren pesas ayudan al cuerpo a quemar grasa mientras se construye masa muscular, lo que también funciona para acelerar el metabolismo.

No obstante, las personas se preguntan cuál es la mejor hora para hacer ejercicio, por tal razón, los expertos aseguran que es una cuestión de preferencia, gusto y horarios. Lo importante es cumplir los objetivos diarios y las nuevas directrices de la OMS recomiendan por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana, para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad, y un promedio de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.

De todos modos, si la persona no cuenta con tiempo para hacer ejercicio o simplemente no le gusta, tener una buena alimentación la ayudará a estar saludable, ya que el cuerpo antes de estar bien por fuera necesita estar bien por dentro, y a esto se llega con nutrientes que se obtienen de una buena alimentación, según explicó una experta.