Algunas parejas no resistieron la cuarentena y prefirieron mudarse de casa para empezar los trámites de divorcio. Su relación sentimental no pasó la dura prueba de convivir 24 horas durante más de tres meses. Algo similar sucedió en China, en ciudades como Wuhan y Shanghái, donde las autoridades reportaron el doble de divorcios. Lo mismo ocurrió en Gran Bretaña. Allá, Fiona Shackleton, baronesa de Belgravia, la famosa abogada que representó a Paul McCartney y al príncipe Carlos en sus divorcios, declaró que las cifras de estos procesos aumentaron por cuenta del aislamiento preventivo.

Los que ya venían con una relación resquebrajada resultaron más vulnerables. En esos casos, el encierro les dio la estocada final. Incluso, quienes consideraban que tenían relaciones saludables han pasado raspando el examen. Los expertos en temas de pareja lo dicen sin titubeos: la pandemia también afecta la salud de los matrimonios.

El enlace conyugal, aun sin cuarentena, ya es de por sí un proyecto difícil. Cualquiera que haya pasado el umbral de los siete años sabe que es necesario trabajar mucho para mantener viva la llama del amor. En tiempos normales, las parejas resisten porque tienen estrategias para sobrellevar los roces inevitables, como ver a los amigos o concentrarse en proyectos en la oficina. Estas satisfacciones personales permiten, al final del día, olvidar los pequeños problemas domésticos habituales al compartir el mismo techo. Pero la pandemia provocó que las parejas vivieran frente a frente las 24 horas del día por más de 70 días. “Nunca antes habíamos pasado tanto tiempo con el otro y eso en algunos casos está agotando las relaciones”, dice la psicóloga de familia María Elena López. Ante estas dificultades, algunas parejas a las tres semanas de encierro ya no tenían de qué hablar y optaron por algo que los expertos llaman el juego silencioso: cada uno se sienta en el sofá a ver televisión y con audífonos lo que quiere. De esta forma, vive en un mundo aparte sin molestar al otro.

Las vacaciones son una versión a pequeña escala de lo que hoy viven las parejas en cuarentena. Esos 15 días a veces resultan un infierno por la mayor exposición mutua. Eso sucede especialmente a fin de año y por esa razón a enero lo conocen como el mes de los divorcios.

Eso mismo, multiplicado por tres, ha sucedido en el aislamiento por la covid-19. Con más tiempo, las parejas examinan su situación sentimental a profundidad y algunas han concluido que necesitan un cambio. “Aquellos que trabajaban horas y horas al día o no tenían un solo respiro para ver a los hijos o a su pareja hoy se preguntan si ese estilo de vida les conviene”, dice la experta. Los psicólogos aseguran que las peleas son parte de la convivencia, pero el agotamiento por el encierro ha llevado a algunos a discutir por nimiedades. Cómo lidiar con la seguridad frente al virus ha resultado una nueva fuente de disputas. Ya muchos hablan incluso de si una persona es ‘coronacompatible’ con otra, ya que algunos son más relajados que otros con las medidas para protegerse de la infección. Las parejas que no lo son viven en un conflicto permanente, pues, aunque parece un tema menor, detrás de eso está el instinto de supervivencia que pone a pensar a las personas con quienes comparten su vida. Según los expertos, la mayoría de las consultas empiezan por este tipo de discusiones: como el esposo debe salir a trabajar porque su cargo lo exige, su esposa no quiere que se le acerque a los hijos. Otro escenario común se presenta cuando la persona debe ir a la oficina, pero lo hace a regañadientes porque cree que está más seguro en su hogar. Estos temas se van a complicar más cuando termine la cuarentena y los niños quieran visitar amigos en sus casas.

Las parejas no solo discuten en torno a la seguridad en la pandemia, sino por otros temas, como el reparto de las tareas hogareñas. Eso incluye a los niños. Muchos padres lo han dicho: no estaban preparados para ser profesores de sus hijos. Y si a eso se suma que uno de los miembros de la pareja no tiene trabajo, la situación pasa de castaño oscuro, dado que en esas condiciones se acaba el equilibrio de poder. En muchos casos, el cónyuge desempleado pasa el día viendo series de televisión o en su rutina de ejercicios, mientras el otro anda estresado en su reunión de trabajo en Zoom. Esta pandemia, dicen los terapeutas de pareja, les está mostrando qué tan balanceado y justo es su matrimonio.

Algunos han despertado de un sueño en estos meses de encierro. Parejas que tenían un estilo de vida glamoroso, en restaurantes, fiestas con amigos, viajes y empleadas domésticas. Pero hay una diferencia abismal entre esa vida sofisticada y la existencia sencilla que implica la pandemia. En esas circunstancias, en lugar de refugiarse en su amor, muchos se han encontrado con el esqueleto de una relación que ya nada les aporta. Y deben reconocer con tristeza que estaban más enamorados del estilo de vida que de sus parejas.

Curiosamente, los que tienen una vida económica más holgada resisten mejor un encierro como este. “Viven en casas más amplias”, dice Hilda Burke, consejera de parejas en Londres. Aquellos con menores ingresos, casas pequeñas y estrechez financiera están expuestos a salir maltrechos, pues, según ella, a veces un simple debate sobre cómo lavar los platos genera un conflicto más profundo porque ninguno tiene a donde ir a calmarse. Esa falta de espacio personal va calando hasta generar grietas más profundas. Otros psicólogos han encontrado que en estos momentos algunas patologías, hasta entonces controladas, se exacerbaron, como la depresión, la ansiedad y el estrés. Pero de todas la más difícil ha sido el aumento del consumo de alcohol, pues en algunos casos se asocia con la violencia doméstica.

Es difícil compartir todo el tiempo con el otro, aunque algunos han logrado organizarse en su propio espacio. Pero nada asegura que no lleguen más oleadas de covid-19 y posiblemente más cuarentenas. Los expertos recomiendan, si hay problemas de salud mental o peligro físico, actuar de una vez. De lo contrario, sugieren analizar bien la situación. Los divorcios son muy ingratos, y dadas las tensiones que ha generado la crisis, iniciar un proceso de estos en medio de una cuarentena puede resultar una mala estrategia. A pesar de todo, los especialistas encuentran interesante que el coronavirus haya puesto el foco sobre las dificultades maritales. Para muchos, los problemas estaban ahí y el coronavirus solo se encargó de sacarlos a flote. Ahora el reto es ponerlos en cuidados intensivos antes de que sea demasiado tarde.