El dolor en la cadera puede ser el resultado de afecciones o enfermedades en los huesos o en el cartílago de la cadera. En algunos casos, el malestar no se siente directamente en la cadera, sino en la ingle o en la rodilla.

Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, explica algunas de las causas de este dolor:

  • Fractura de cadera.
  • Infección en los huesos o articulaciones.
  • Osteonecrosis de la cadera (necrosis como resultado de la falta de suministro de sangre al hueso).
  • Desgarro en el labrum de la cadera.
  • Pinzamiento femoroacetabular.
  • Bursitis.
  • Distensión de los músculos isquiotibiales.
  • Síndrome del tracto iliotibial.
  • Distensión muscular del flexor de la cadera.
  • Síndrome de pinzamiento de la cadera.
  • Distensión muscular de la ingle.
  • Síndrome de cadera en resorte.

Actividad física

El ejercicio físico es un elemento importante para la prevención y gestión de enfermedades. “Se ha demostrado que la actividad física regular ayuda a prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles, como las cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y varios tipos de cáncer. También ayuda a prevenir la hipertensión, a mantener un peso corporal saludable y puede mejorar la salud mental, la calidad de vida y el bienestar”, menciona la Organización Mundial de la Salud.

Al ejercitarse regularmente, las personas alcanzan nivel alto de consistencia y fuerza de los huesos, a diferencia de las personas que no realizan actividad física. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) resalta que el ejercicio ayuda a mantener la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio. Asimismo, contribuye a algo muy importante: prevención de caídas y fracturas.

Medline Plus explica cuáles son los ejercicios y la forma en que se debe entrenar para evitar lesiones y fracturas de la cadera:

  • Nadar. Ejercitarse de esta forma en lugar de correr o manejar bicicleta.
  • No correr en superficies que están cuesta abajo. Cuando se deba hacerlo, bajar caminando.
  • Correr en superficies lisas como senderos. Evitar hacerlo en superficies de cemento.
  • Utilizar el calzado adecuado. Debe ser un zapato con amortiguación.
  • La cantidad de ejercicio que se haga depende de cada caso. Para conocerlo se debe consultar a un doctor.
  • En caso de tener pie plano, usar plantillas.

Otros beneficios del ejercicio físico

Con el paso de los años, el cuerpo experimenta diferentes cambios. Realizar actividad física es un factor importante para disminuir algunos factores de riesgos y evitar complicaciones de salud.

Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, explica los beneficios que tiene la actividad física para los adultos mayores, dependiendo del tipo de ejercicio que se efectúe.

  • Actividades de resistencia o aeróbicas: ayuda a mejorar la respiración y la frecuencia cardíaca (correr, bailar, nadar).
  • Ejercicios de equilibrio: contribuyen a la prevención de caídas.
  • Ejercicios de flexibilidad: estiramiento de los músculos y ayudan a que el cuerpo esté relajado.

Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, explica que la actividad física en las personas adultas mayores ayuda a fortalecer los huesos y contribuir a la prevención de afecciones en los huesos como la osteoporosis.

“Los ejercicios en los que se carga el peso del cuerpo, como caminar, trotar, jugar tenis, subir escaleras y entrenar con pesas, pueden ayudarte a desarrollar huesos fuertes y a disminuir la pérdida ósea”, afirma.

Se debe tener en cuenta que antes de empezar a ejercitarse se debe acudir al médico para recibir la asesoría profesional adecuada, especialmente si se tiene una condición de salud específica. Por ejemplo, en caso de tener una afección articular, también es la mejor opción para tratar la enfermedad y aliviar el dolor. Se debe tener en cuenta que la actividad física no debe implicar esforzar las articulaciones.