El dolor de oído es una afección que puede aparecer en cualquier parte de este órgano, ya sea interno, medio o externo. La aparición de esta molestia no está necesariamente relacionada con alguna enfermedad o infección específica.
Según el Instituto de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de Madrid, España, la intensidad del dolor puede variar desde muy leve a muy intenso, dependiendo principalmente del factor causante. Existen enfermedades no relacionadas directamente con el oído pero que, al alcanzar un punto álgido, afectan a este órgano y causan el dolor.
Hay diversas causas que pueden generar este padecimiento, pero una de las más comunes es la otitis, que es una inflamación que, dependiendo de su tipo, se puede presentar en el oído medio o externo, la más común se denomina otitis media, que es la presencia de líquido, producto de una inflamación en la cavidad del oído medio, que se localiza justo detrás del tímpano.
Las causas pueden ser un resfriado común que se ha desarrollado hasta infectar los tejidos del oído, bacterias u hongos cuando existe una mala higiene y heridas infringidas con copitos u objetos punzantes.
De acuerdo con lo anotado por un grupo especializado en audiología, dedicado a solucionar los problemas auditivos, Oír Vital, los alimentos que aportan para tener una buena audición son:
- Aguacate, chocolate negro, cereales integrales, con Magnesio
- Nueces y semillas, con Zinc
- Plátanos, melones, naranjas, con Potasio
- Judías y verduras de hoja verde, con ácido fólico o vitamina B9
- Linaza, nueces y pescado, con Omega-3
- Hongos, huevos, leches enriquecidas y cereales, con Vitamina D
- Alimentos suplementados con B12
Según resaltan los expertos anteriormente mencionados, cada uno de ellos ayuda a generar una protección auditiva debido a que entre sus propiedades contienen ácido fólico, magnesio, las vitaminas ya enlistadas, propiedades que estimulan el sistema inmunológico y zinc, entre otros.
Cabe mencionar que otros factores de riesgo para las infecciones agudas del oído incluyen: asistir a guarderías, cambios de altitud o de clima, clima frío, exposición al humo, antecedentes de otras infecciones, usar un chupo y también puede presentarse por un defecto congénito, como una deficiencia en la función de las trompas de Eustaquio, entre otros.
Este dolor también puede ser generado por alergias, episodios prolongados de tos severa, múltiples enfermedades de los dientes y mandíbula, inflamación o cierre de la trompa de Eustaquio, herpes zóster, inflamación de la glándula parótida a causa de paperas, lesiones del tímpano y cambios bruscos de presión atmosférica, entre otros factores.
¿Cuáles son los síntomas en caso de infección?
Según información de la Clínica Universidad de Navarra, cuando la enfermedad se presenta de forma aguda se da con dolor de oído, fiebre, tinnitus e irritabilidad. Con menos frecuencia se puede presentar otorrea (supuración), vértigo y muy ocasionalmente parálisis facial.
Los síntomas más frecuentes de este padecimiento son el dolor de oído, la fiebre y el vértigo. La mencionada institución clínica indica que “con el tratamiento adecuado se evita la mayor parte de las secuelas que estos episodios pueden producir en las distintas estructuras del oído medio y evitar que en la vida adulta el paciente padezca una otitis media crónica con trastorno funcional del oído en mayor o menor grado”.
La colocación de tubos de drenaje no supone un tratamiento dirigido a corregir la causa que provoca las otitis, pero mantiene el oído medio en unas condiciones favorables para evitar secuelas posteriores y permitir una buena audición.