Un estudio publicado recientemente en el Journal of Sleep Research analizó la relación que existe entre las dificultades para dormir y los incidentes de demencia y mortalidad por todas las causas entre los adultos mayores, para lo cual se caracterizaron datos de personas en la categoría de mayor riesgo entre los años 2011 y 2018.
“Las dificultades para dormir se han relacionado con el desarrollo y la progresión de la demencia y con la mortalidad por todas las causas”, señala el estudio liderado por seis investigadores de la División del Sueño y Desordenes Cardíacos del Hospital de Boston, Estados Unidos, junto con la División de Medicina del Sueño de Harvard Medical School.
El documento concluye que las personas clasificadas en la categoría de mayor riesgo son aquellas que manifestaron tener problemas de sueño “la mayoría de las noches o casi todas las noches”.
“Encontramos una fuerte asociación entre la dificultad frecuente para conciliar el sueño y los despertares nocturnos y la demencia y la muerte prematura por cualquier causa, incluso después de controlar aspectos como la depresión, el sexo, los ingresos, la educación y las afecciones crónicas”, afirmó Rebecca Robbins, una de las investigadoras.
En ese sentido, los expertos resaltaron que la calidad del sueño tiene una relación fundamental con el desarrollo de enfermedades que se profundizan durante edades adultas y que pueden derivar en demencia o la muerte temprana.
Las personas que duermen bien tienen mayor probabilidad de evitar el deterioro cognitivo neuronal en el largo plazo, aunque las cifras a nivel global no son alentadoras, pues los desordenes del sueño son una problemática presente en aproximadamente el 45 % de la población mundial, según datos de la Sociedad Mundial del Sueño.
El estudio publicado en el Journal of Sleep Research concluyó que las personas con problemas para conciliar el sueño la mayoría de las noches tenían un 44 % más de riesgo de muerte prematura por cualquier causa, mientras que aquellos que a menudo se despertaban durante la noche y luchaban por volver a dormir tenían un riesgo del 56 %.
Entre tanto, las personas que informaron que habitualmente experimentaban dificultades para quedarse dormidas tenían un 49 % más de riesgo de desarrollar demencia, mientras que aquellas que a menudo se despertaban durante la noche tenían un 39 % más de riesgo en ese aspecto.
Recomendaciones para dormir
Un estudio presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología analizó en más de 700 adultos el vínculo entre la hora en que se consumen los alimentos y su efecto en el organismo.
El trabajo encontró que consumir alimentos tarde en la noche tiene un impacto significativo en la presión arterial del individuo, ya que durante la noche ocurre un proceso fisiológico normal que es el descenso de la presión arterial.
La doctora Ebru Ozpelit, profesora de cardiología de la Universidad de Dokuz Eylul, en Izmir, Turquía, quien lideró el estudio, afirmó que los resultados sugieren que la hora en la que la gente come es tan importante como los alimentos que ingiere.
Ozpelit dijo que la vida moderna está alentando “hábitos de alimentación erráticos”, como saltarse el desayuno y comer cada vez más tarde, lo que se está volviendo cada vez más prevalente y puede causar daños a lo largo del tiempo. “Debemos definir la frecuencia ideal y la hora de los alimentos para tener un descanso y cuerpo sano”, señaló Ozpelit.
Por su parte, el periódico Heraldo de Aragón de España señaló que, a la hora de ir a la cama y preparar una buena rutina de descanso, es casi indispensable evitar los siguientes alimentos y bebidas
- Bebidas alcohólicas
- Comidas copiosas o con excesiva grasa
- Café y chocolate
- Dulces y carbohidratos con alta presencia de azúcar
- Algunas verduras y frutas con una cantidad elevada de fibra