Luego de una jornada agitada, no hay dicha más grande que llegar a casa, recostarse en la cama, cerrar los ojos y dormir hasta día siguiente. Una buena noche de sueño, sin duda, permite que el cuerpo se recupere completamente y esté listo para nuevos desafíos.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) explican que dormir va mucho más allá del simple descanso. “El dormir mantiene todos los aspectos del cuerpo de una forma u otra: el equilibrio energético y molecular, así como también la función intelectual, el estado de alerta y el humor”, detalla el doctor Merrill Mitler, experto en sueño y neurocientífico del NIH.
La enciclopedia médica MedlinePlus recoge algunos de los beneficios asociados con una buena noche de sueño:
- Sentirse descansado y con energía al día siguiente.
- Aprender información, hacer reflexiones y formar recuerdos.
- Descansar el corazón y el sistema vascular.
- Liberar más hormona del crecimiento, que ayuda a los niños a crecer. También aumenta la masa muscular y la reparación de células y tejidos en niños y adultos.
- Liberar hormonas sexuales, que contribuyen a la pubertad y la fertilidad.
- Evitar enfermarse o a mejorarse cuando está enfermo, creando más citoquinas (hormonas que ayudan al sistema inmunitario a combatir varias infecciones).
En resumen, dormir bien es indispensable para el bienestar del ser humano, pues aporta grandes beneficios a la salud general del organismo. Pero, ¿cuántas horas debería dormir una persona? La respuesta varía, principalmente, en función de la edad.
- Recién nacidos: 16-18 horas al día.
- Niños en edad preescolar: 11-12 horas al día.
- Niños en edad escolar: por lo menos 10 horas al día.
- Adolescentes: 9-10 horas al día.
- Adultos (incluyendo adultos mayores): 7-8 horas al día.
Alimentos que ayudan a dormir mejor
Algunas personas pueden experimentar trastornos de sueño o ciertas complicaciones para dormir plácidamente. De ser el caso, es conveniente acudir a un profesional de la salud para revisar qué está pasando y proceder con el tratamiento respectivo.
Con relación a este tema, la medicina natural ofrece múltiples alternativas. En esta oportunidad, se abordarán las cualidades de dos alimentos que podrían ser de gran utilidad: la avena y el plátano.
El portal Cuerpomente reseña que la avena contiene una prolamina llamada avenina, la cual “ayuda a reducir la ansiedad y la agitación mental”. Estos aspectos son clave para conciliar una mejor noche de sueño. Adicionalmente, es rica en magnesio, lo cual favorece la relajación muscular y nerviosa.
En cuanto a las propiedades nutricionales de la avena, la Fundación Española de la Nutrición (FEN) destaca que se trata de un cereal con múltiples atributos.
“La avena es un cereal con un valor energético de 361 kcal por 100 g. Es fuente de proteínas de bajo coste y posee un alto contenido en fibra. En cuanto a los micronutrientes, la avena posee un alto contenido en hierro, magnesio, zinc, fósforo, tiamina (vitamina B1), vitamina B6 y folatos, además de ser fuente de potasio y vitamina E”, indica la FEN.
Para aprovechar los beneficios de la avena y enfocarlos a una buena noche de sueño, el citado portal sugiere tomar un vaso de leche de avena o agregar copos integrales en sopas. También consumirse acompañada de yogur.
El plátano es otra opción recomendada por Cuerpomente. Frente a esta fruta, resalta que el secreto está en sus altas cantidades de potasio, un mineral que contribuye a la relajación muscular. De hecho, es común que los deportistas lo consuman para prevenir calambres.
Dentro de sus propiedades nutricionales, la FEN también referencia su contenido de fibra, vitamina B6 e inulina, un tipo de fibra saludable.
En ese orden de ideas, el consumo de plátano antes de dormir podría ayudar a relajar los músculos, propiciando un sueño profundo y sin alteraciones. Es más, puede complementarse con el magnesio de la avena para actuar positivamente sobre los neurotransmisores e inducir a un buen descanso.
Ahora bien, es importante tener en cuenta que el consumo de estos alimentos no sustituye el tratamiento médico. En tal virtud, lo ideal es acudir a un doctor de confianza para realizar los exámenes pertinentes. En caso de identificar un trastorno del sueño, se podrá dar respuesta con el tratamiento guiado por un profesional.