Comer bien. Esa es la solución que médicos, nutricionistas y especialistas en estilo de vida encuentran para que la salud física pueda mejorar. Si bien una dieta balanceada ayuda a evitar el sobrepeso y lucir estéticamente mejor, la importancia de esto va mucho más allá.
“Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer”, según menciona la Organización Mundial de la Salud.
No obstante, el organismo internacional es consciente de la importancia que tiene el establecimiento de los hábitos saludables durante los primeros años de vida, ya que estos muy probablemente se mantendrán a lo largo de la misma.
“Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida; la lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, entre ellos, la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida”, agrega la entidad.
En ese sentido, la buena alimentación también ayuda a que el organismo tenga los nutrientes que sean necesarios para que los órganos y sistemas funcionen correctamente, así también como para que los procesos metabólicos se lleven a cabo con normalidad.
Unas de las herramientas proporcionadas por la buena comida son las vitaminas. Estas ayudan a que las células trabajan bien y también contribuyen en el desarrollo o crecimiento físico. Dependiendo de cuál de las 13 existentes sea, cada vitamina tiene beneficios más específicos que se suman a los anteriores.
Cabe mencionar que en uno de los procesos en los que son claves las vitaminas es en la circulación, puesto a que la sangre es justamente el vehículo por el que los nutrientes de las células se transportan a las diferentes partes del cuerpo.
Para que esta pueda ocurrir con normalidad, es bueno que se cuente con un nivel alto de vitamina B6 y de niacina, ambas contribuyen a combatir los radicales que obstruyen los vasos sanguíneos. Estas se encuentran en los frutos secos, el pescado, el ajo, las hojas de mostaza, los panes y los cereales.
Asimismo, el grupo de vitaminas C también será importante en el flujo sanguíneo. Este ayuda a que los vasos se mantengan con flexibilidad y se puede hallar en las frutas y verduras como la naranja, el mango, el kiwi, el brócoli y las calabazas.
El jugo de fruta que mejora la circulación sanguínea
De la misma manera, además de todas las anteriores, existe una fruta que también es capaz de mejorar la circulación: la guayaba. El jugo de guayaba protege el sistema circulatorio y previene de enfermedades cardiovasculares, afirma un estudio realizado por la Universidad Nacional de Colombia.
Esto es posible a través de los siguientes mecanismos:
- Mantiene una presión arterial adecuada.
- Controla los niveles de colesterol.
- Reduce los depósitos grasos en las arterias y venas.
Jugo de guayaba
Ingredientes:
- 4 guayabas
- 1/2 taza de azúcar
- Agua
- Cubos de hielo
Preparación:
- El primer paso para preparar un jugo de guayaba será lavarlas y pelarlas para trocearlas en pedazos pequeños. Es importante que sean todos los trozos de guayaba de un tamaño similar para que puedan triturarse correctamente.
- A continuación, echar la guayaba troceada en la jarra de la licuadora junto con agua y azúcar, y, en caso de no tener licuadora, se puede usar también la batidora tradicional para obtener el zumo de la guayaba.
- A continuación, se recomienda usar un colador fino para tamizar el jugo de guayaba y evitar así que tenga grumos y eliminar también las semillas. Se sugiere dejarlo enfriar en la nevera o, si se prefiere, añadirle cubitos de hielo para que resulte mucho más sabroso.