Las vitaminas son sustancias que cumplen diversas funciones en el cuerpo y son necesarias para el funcionamiento celular, el crecimiento y el desarrollo normal de las personas.

Se dividen en dos: liposolubles e hidrosolubles. Las primeras se almacenan en el hígado, el tejido graso y los músculos, y son A, D, E y K; mientras que las segundas no se almacenan en el cuerpo e incluyen la C y todas las correspondientes al grupo B, según información de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

“Los excedentes o las cantidades excesivas de estas vitaminas salen del cuerpo a través de la orina. Deben consumirse regularmente para evitar carencias o deficiencias en el organismo. La vitamina B12 es una excepción: puede almacenarse en el hígado durante muchos años”, precisa la citada institución.

Una de las más comunes es la C, también conocida como ácido ascórbico. Es soluble en agua y favorece el crecimiento y el desarrollo normal. También ayuda al cuerpo a absorber el hierro y es determinante incluirla en la dieta debido a que el cuerpo no la produce.

Funciones

La vitamina C se necesita para el crecimiento y reparación de tejidos en todas las partes del cuerpo y el organismo la utiliza para:

  • Formar proteínas importantes que se utilizan para producir la piel, los tendones, los ligamentos y los vasos sanguíneos
  • Sanar heridas y formar tejido cicatricial
  • Reparar y mantener el cartílago, los huesos y los dientes
  • Ayudar a la absorción del hierro

La vitamina C es uno de muchos antioxidantes, nutrientes que trabajan para bloquear parte del daño causado por los radicales libres, los cuales se producen cuando el cuerpo descompone el alimento o si la persona está expuesta al humo del tabaco o a la radiación.

Los expertos aseguran que la acumulación de radicales libres con el tiempo es ampliamente responsable del proceso de envejecimiento y, además, pueden jugar un papel clave en el desarrollo de enfermedades como cáncer, padecimientos del corazón y los trastornos inflamatorios como la artritis, según la Biblioteca de Medicina.

La cantidad diaria recomendada de vitamina C es de 75 miligramos (mg) al día para las mujeres y 90 miligramos para los hombres, según el instituto de investigación Mayo Clinic. Durante el embarazo, se recomiendan 120 miligramos cada día. El límite máximo para todos los adultos es de 2.000 miligramos diarios.

Si bien los expertos aseguran que es poco probable que un exceso de vitamina C en la alimentación sea perjudicial, grandes dosis de suplementos de la misma sí pueden causar algunos efectos secundarios como los siguientes:

  • Diarrea
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Acidez estomacal
  • Calambres estomacales (abdominales)
  • Dolor de cabeza

De igual forma, es probable que contribuya en la formación de cálculos renales. Un estudio publicado en la revista académica Clinical Nephrology y citado por el médico Leonardo Biolatto en una publicación del portal Mejor con Salud, indica cuando hay vitamina C en exceso, el metabolismo la transforma en oxalato, y este intenta salir por vía urinaria, acumulándose en la orina y fabricando litiasis renal.

De acuerdo con el mismo artículo, este nutriente sobrante en el organismo también podría interactuar con tratamientos como la quimioterapia, anticonceptivos y anticoagulantes.

Fuentes alimenticias

Todas las frutas y verduras contienen alguna cantidad de vitamina C y las que más disponen de este nutriente son:

  • Melón
  • Frutas y jugos de cítricos, como las naranjas y toronjas (pomelos)
  • Kiwi
  • Mango
  • Papaya
  • Piña
  • Fresas, frambuesas, moras y arándanos
  • Sandía
  • Brócoli, coles de Bruselas y coliflor
  • Pimientos rojos y verdes
  • Espinaca, repollo, nabos verdes y otras verduras de hoja
  • Papa o patata blanca y la dulce (camote)
  • Tomates y su jugo
  • Cidrayote

De acuerdo con los expertos, una dieta saludable y balanceada le otorga al organismo la suficiente cantidad de vitamina C, por lo que normalmente no es necesario recurrir a la ingesta de suplementos.