La actividad física es uno de los pilares a la hora de tener buena salud. La alimentación balanceada no es fructífera si no se combina con una rutina de ejercicio.
Entre los diversos beneficios de la actividad física, se destaca su influencia en la salud intestinal. Al ser una zona comprometida con la alimentación, la digestión errónea y sedentarismo conlleva que la eliminación de desechos se vea obstaculizada, generando molestias como estreñimiento o distensión abdominal.
Para evitar eso, los investigadores de Mejor con Salud señalan que una actividad física habitual aporta al correcto funcionamiento de la salud intestinal y así la eliminación de desechos contribuye al buen estado corporal.
Cabe indicar que dentro del intestino, hay presencia de varias bacterias fundamentales para la digestión. Los expertos aseguran que alrededor de 100 billones de bacterias viven en los intestinos. No son malignas, como se puede pensar; sino que son necesarias para lograr la fermentación de la dieta y así depurar al organismo.
En consecuencia, el sedentarismo es un factor de riesgo para que las bacterias no funcionen adecuadamente, llevando a una falta de síntesis de vitaminas y aumento de la inflamación en el vientre. Adicionalmente, un efecto negativo radica en que la flora intestinal queda vulnerable contra agentes dañinos del exterior.
Ciertas enfermedades intestinales están asociadas a la falta de actividad física, en especial por el deterioro de las bacterias mencionadas anteriormente. Sobre ese asunto, los especialistas señalan que, por ejemplo, una de las molestias más comunes es el desarrollo de la bacteria Faecalibacterium prausnitzii, la cual genera enfermedades inflamatorias.
Para conocer los efectos de la actividad física en la flora intestinal, el informe ‘Efectos del ejercicio en enfermedades del tubo digestivo’ revela todo lo relacionado con este asunto. En primer lugar, hay que tener en cuenta el periodo de reposo, debido a que en ese momento el organismo posee la mitad del gasto cardiaco. Al momento de cambiar ese estado a uno en movimiento, el flujo sanguíneo aumenta para regular la temperatura y ayudar a los músculos.
Durante los ejercicios aeróbicos, el sistema nervioso simpático trabaja en mayor medida, lo cual mejora el vaciamiento gástrico y así hace que la digestión no se obstaculice en su recorrido. De igual forma, los ejercicios de sobrecarga están asociados a un efecto mecánico en la motilidad gastrointestinal, generando así un fortalecimiento entre el estómago y esófago.
Uno de los principales efectos del ejercicio corresponde a la acción antinflamatoria. La actividad física genera que los tejidos óseos desarrollen mioquinas, las cuales son moléculas responsables de controlar la inflamación e impedir el aumento de tejido adiposo en la piel.
Por otro lado, realizar ejercicio aeróbico con moderación mínimo tres veces a la semana entre 20 a 60 minutos durante varios meses, genera que la capacidad cardiorrespiratoria se vea beneficiada, así como la mineralización ósea, trofismo muscular, manifestaciones gastrointestinales y en la mejoría del bienestar.
La mayoría de los efectos relacionados con el entorno hormonal se provocan durante la realización de ejercicio intenso, provocando efectos indirectos sobre la función del sistema digestivo en general.
En ese orden de ideas, seguir una rutina provoca un aumento en la secreción de jugos internos del sistema digestivo, lo cual aporta en el vaciamiento gástrico. Por este motivo, el ejercicio físico moderado suele ser más indicado en sujetos con problemas relacionados con el tránsito intestinal.
Si todo esto no fuera poco, los expertos también señalan que el ejercicio físico mejora la asimilación de nutrientes en el organismo, lo cual termina haciendo que se un aliado a la hora de evitar diarreas, flatulencias, reflujo, hemorragias gastrointestinales y ardor estomacal.