Todos los órganos del cuerpo cumplen con funciones cruciales para la estabilidad y buen funcionamiento del organismo. Para cuidarlos es pertinente llevar un plan de alimentación sano y equilibrado que contenga alimentos de todos los grupos en las cantidades adecuadas según la edad, el peso y la talla de cada paciente.
A su vez, es fundamental dormir el número de horas adecuadas durante la noche y realizar actividad física con frecuencia.
Cuando un paciente abusa de la ingesta de bebidas alcohólicas, de alimentos y productos ultraprocesados, cargado en grasa y azúcares puede perjudicar de manera directa la salud del hígado. El hígado graso no alcohólico (HGNA) es la causa más frecuente de enfermedades hepáticas crónicas, como insuficiencia hepática y cáncer de hígado. Este padecimiento suele ser diagnosticado con frecuencia en pacientes con diabetes tipo 2 y en personas con sobrepeso crónico.
Dentro del organismo hay un tejido adiposo, este se encarga de almacenar cierto tipo de lípidos (grasas) para emplearlos como energía, cuando un paciente tiene diabetes u obesidad, su tejido adiposo no cuenta con la capacidad necesaria para almacenar dicha grasa, razón por la que la grasa se empieza a almacenar en otras partes del cuerpo, como el hígado.}
Es pertinente mencionar que las grasas son necesarias para el buen funcionamiento del cuerpo, de allí el organismo obtiene la energía que necesita para funcionar a cabalidad; sin embargo, hay que saber obtenerla de una manera sana. Para ello se pueden consumir alimentos como los frutos secos, los pescados azules como el salmón, el aguacate, el aceite de oliva, entre otros.
Un paciente que es diagnosticado con hígado graso no cuenta con la capacidad para que dicho órgano descomponga las grasas que se suelen acumularse dentro del mismo.
Dicho paciente debe acudir con un nutricionista para que este diseñe un plan de alimentación acorde con su necesidad en donde le menciona los riesgos y consecuencias de consumir alimentos que no sanos. Sin embargo, estudios científicos recientes han demostrado que la actividad física es crucial en medio del tratamiento para tratar esta afección.
“Realizar ejercicio o entrenamiento de resistencia, varias veces a la semana, puede reducir significativamente la cantidad de grasa acumulada en las células hepáticas, sin importar si se pierde peso o no”, señaló el portal de salud, belleza y cuidado personal Healthline.
Un total de 18 personas con obesidad participaron en un estudio que se prologó por cuatro semanas. En este espacio, las personas hicieron actividad física o practicaron algún deporte durante 30 a 60 minutos consecutivos, cinco días a la semana.
El resultado fue contundente: dichos pacientes experimentaron una disminución del 10 por ciento de la grasa en el hígado, incluso cuando su peso corporal permaneció estable.
Por su parte, el entrenamiento de intervalos de alta intensidad (HIIT, en inglés) también demostró ser beneficioso para disminuir la grasa en el hígado. Así, 28 personas con diabetes tipo 2, ejecutaron este tipo de ejercicios durante 12 semanas continuas como resultado se redujo el 39 por ciento de grasa en el hígado.
Pese a lo anterior, “incluso el ejercicio de baja intensidad puede ser efectivo para lograr disminuir la grasa en el hígado. De acuerdo con un gran estudio italiano, al parecer, la cantidad de ejercicio que se realice es más importante”.
Para poder hacer ejercicios que vayan acorde con la edad se recomienda contar con la aprobación o la dirección de un profesional como lo es un deportólogo, lo ideal es que este asesore al paciente sobre todo cuando este presenta otras afecciones o es de avanzada edad; lo importante es el tiempo que se le dedique a dicha actividad para ver resultados.