Una costumbre bastante popularizada a nivel mundial es bañarse con agua helada o hielo. Según se cree, este hábito mejora la fortaleza de los músculos y previene complicaciones de salud. La ciencia ahondó en este tema y descubrió los verdaderos beneficios.
En el común de la gente se considera que una ducha helada trae consigo grandes beneficios para la salud; siendo mejorar la circulación, aliviar el estrés y aumentar la lucidez los más destacados. De igual forma, hay personas que toman estos baños para tratar la depresión y ansiedad; o deportistas que llevan a cabo este procedimiento para reparar los músculos y quemar grasa.
La ciencia se ha puesto a analizar este hábito para comprobar si en verdad el baño helado cuenta con esas ventajas para el organismo. Lo primero que hay que tener en cuenta, es que el contacto del agua fría con la piel es un choque dérmico, dado que es un cambio drástico de temperatura.
En consecuencia, el ritmo cardiaco se incrementará, debido a que esa modificación de temperatura aumenta la circulación sanguínea y libera adrenalina. Sin embargo, los expertos aseguran que a nivel general un baño de este tipo no es perjudicial para la salud.
Con base a la información del estudio ‘El efecto de la ducha fría en la salud y el trabajo: un ensayo controlado aleatorio’ publicado en la revista PLOS ONE, los expertos encontraron que las personas que se toman una ducha fría diaria experimentaron una reducción del 29% con respecto a enfermedades relacionadas al sistema inmunológico durante los 90 días que tomaron este hábito.
Adicionalmente, el informe apuntó que para dar con los resultados, los pacientes debían seguir una rutina que mezclara la ducha caliente con la fría. Es así como en un mes, las personas intercalaban a diario el baño, teniendo de 30 a 90 segundos agua caliente para luego volver a la fría. Esto ayudó a que el contraste térmico no fuera tan significante.
Lo que sorprendió mayormente a los investigadores fue el beneficio del agua helada con el aumento del nivel percibido de energía, el cual podía ser comparado con los efectos generados por la cafeína. En el lapso de 30 días, los participantes demostraron un incremento energético considerable, lo cual les permitió desenvolverse en el día a día con más facilidad.
Por otro lado, la investigación ‘Inmersión en agua fría en el tratamiento del dolor muscular de aparición tardía: ¿es importante la dosis? Un ensayo controlado aleatorizado’ realizada por expertos de Physical Therapy in Sport centró sus estudios en el papel de la ducha fría para mejorar el desgaste muscular luego de la actividad física, la cual es una práctica frecuente en deportistas de alto rendimiento.
La teoría detrás de este hábito dice que sumergirse en agua fría reduce el dolor y acelera la recuperación de las pequeñas fisuras en los músculos que genera el ejercicio. No obstante, los expertos encontraron que en verdad no está del todo comprobado este beneficio, por el hecho que los resultados no variaron en gran medida.
Los investigadores tomaron en cuenta a 50 participantes sanos y con actividad física frecuente. A medida que realizaban su ejercicio, tomaron baños helados en diferentes periodos, siendo uno de un minuto a -38°C, otro al mismo tiempo pero con temperaturas de -10°C y dos de diez minutos, distribuidos en -10°C y -6°C.
Si bien los participantes que tomaron baños alrededor de diez minutos a -6°C tuvieron niveles más bajos de dolor muscular y mejoraron su elasticidad al calentar, los expertos consideraron que los valores no fueron estadísticamente diferentes a los otros grupos, por lo que no fue diciente si en verdad había un beneficio significante.
En adición, el estudio también comprobó que tampoco es verídico que el baño helado ayude a quemar grasa. En el voz a voz de la gente se cree que convierte la grasa mala en saludable y mejora el metabolismo; pero los resultados demuestran que no hay indicios para concluir eso.