La insulina es una hormona producida por el páncreas y una de sus principales funciones es permitir que la glucosa ingrese a las células de los músculos, grasa e hígado, donde el organismo la utiliza para obtener energía.
Si los niveles de glucosa en la sangre aumentan después de comer, el páncreas libera insulina que se encarga de reducir las cantidades y, de esta forma, se mantienen en el rango normal. Sin embargo, no siempre esta hormona cumple de forma indicada con sus tareas, pues hay ocasiones en las que los músculos, grasa e hígado no absorben la glucosa de la sangre fácilmente.
Esto hace que el páncreas produzca más insulina para ayudar a que la glucosa entre a las células. Mientras el páncreas pueda producir suficiente cantidad de esta hormona para superar la débil respuesta de las células a la insulina, los niveles de glucosa en la sangre se mantendrán en un rango saludable, precisa el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de los Estados Unidos.
De acuerdo con los expertos, cuando la insulina no desarrolla de manera adecuada sus funciones se puede generar prediabetes, que significa que los niveles de glucosa en la sangre son más altos de lo normal, pero no lo suficientemente elevados como para que una persona sea diagnosticada con diabetes.
La alimentación juega un papel determinante si se presentan inconvenientes de resistencia a la insulina y uno de los productos indicados para incluir en la dieta, de acuerdo con información del portal Healthline es el pescado graso.
Este alimento está cargado de ácidos grasos omega-3 y gracias a sus bondades nutricionales tiene la posibilidad de ayudar a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, una afección común en personas con diabetes y que tienen problemas con la insulina.
Además, tiene propiedades antiinflamatorias que ayudan a reducir la inflamación relacionada con estos inconvenientes de salud. El pescado rico en omega-3 incluye: salmón, macarela, arenque, sardinas, atún y trucha arcoíris.
La tilapia, el bacalao, la platija, el fletán o pez mero y el abadejo también son favorables, pero contienen menores niveles de omega-3, ya que son más bajos en grasa total. En el caso de los mariscos son recomendadas las langostas, camarones, ostras, almejas y cangrejos. No obstante, es importante limitar el consumo de pescado apanado o frito.
El pescado azul también evita el incremento de los niveles de colesterol debido precisamente a su riqueza en aceites saludables. Los omega-3 protegen de la formación de placas en los vasos sanguíneos al ser vasodilatadores arteriales. Se aconseja un consumo de pescado azul fresco de dos a tres veces por semana.
Otros alimentos favorables son, por ejemplo, el aceite de oliva extra virgen, que contiene antioxidantes que activan los receptores de insulina, lo que ayuda a mejorar la sensibilidad del cuerpo a esta hormona.
Frutas como las fresas, moras, frambuesas y arándanos tienen un índice glucémico bajo, lo que significa que no provocan picos de azúcar en la sangre. Las nueces y semillas también son indicados debido a que poseen un alto contenido de fibra y grasas saludables que ayudan a hacer más lenta la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo después de una comida.
En la dieta de personas que sufren de resistencia a la insulina también se pueden incluir verduras, legumbres, lácteos y granos integrales, según Healthline.
Síntomas
La resistencia a la insulina generalmente no produce señales cuando empieza a desarrollarse; sin embargo, si los niveles de azúcar empiezan a subir se evidencian señales a las cuales se les debe prestar atención, asegura el portal Top Doctors, de España. Dentro de los signos más comunes están:
- Hambre extrema o incluso después de comer.
- Hormigueo en las manos y pies.
- Cansancio.
- Infecciones recurrentes.
- Dificultad para concentrarse.
- Hipertensión arterial.
- Niveles altos de colesterol.
- Aumento de peso, especialmente en el abdomen.
El estilo de vida tiene mucho que ver con que el organismo genere resistencia a la insulina, por ello es importante modificar los hábitos alimenticios, realizar actividad física y controlar el peso. Estos cambios, según los expertos, disminuyen la probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina o prediabetes.